lunes, 26 de abril de 2010

Que los tumben

Primero se dijo que la avioneta cargada de drogas que cayó al mar cerca de la isla Saona fue derribada a tiros por unidades dominicanas encargadas de vigilar nuestras fronteras contra las operaciones del narcotráfico. Pero esa versión “cuasi-oficial” no tardó mucho en ser rectificada para afirmar que la susodicha aeronave cayó al mar porque se le acabó el combustible.

Si la versión original era poco creíble (¿cómo iba un simple helicóptero a perseguir a un avión y ganarle una batalla aérea?), la segunda teoría luce aún menos sustentable, porque si fuera cierto que los piratas aéreos en cuestión procedían de Venezuela, hay que suponer que cuando despegaron lo hicieron con suficiente combustible para un viaje de ida y vuelta.

Sea como sea, el incidente trae nuevamente al tapete el tema de si es válido o no que la República Dominicana derribe toda nave que ingrese irregularmente al espacio aéreo nacional con el propósito de introducir drogas o viajeros ilegales a nuestro territorio.

Yo pienso en los grandes males que conlleva el narcotráfico, tanto en perjuicio de aquellos que caen en el vicio de las drogas y en los antros del crimen organizado, como en los que, como secuela inevitable, contribuyen a la inseguridad ciudadana que está arropando a la sociedad. En consecuencia, soy partidario que esos aviones sean derribados sin contemplaciones, antes de que caigamos definitiva e irreversiblemente en las garras del caos sin retorno.

Sé que esta opinión mía no va a cambiar nada, y que los “bombardeos” de pacas llenas de sustancias prohibidas continuarán su millonaria fiesta, apoyados en tierra por sus cómplices de cuello blanco y de cuello sucio. Pero aunque sea como un simple desahogo, aquí dejo mi posición planteada. ¡Uf, qué alivio!”.

Escrito por: Rafael Molina Morillo (r.molina@codetel.net.do)

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