En el pequeño municipio de Sánchez, en el Nordeste del país, la mayoría de las casas tienen grietas. Hasta la del alcalde. La última que apareció en el piso de la casa de José Luis Veras es grande y profunda.
Afloró hace 20 días, según él, a causa del deslizamiento de la tierra por las lluvias.
De seguir el movimiento del terreno debajo de su residencia, es muy probable que la casa lo aplaste junto a su esposa y su hijo de dos años.
La gente en Sánchez está acostumbrada a vivir con el peligro. Con una aparente preocupación miran las barrancas que se han formado en los terrenos donde habían casas que se derrumbaron junto con los deslizamientos de tierra que dicen ocurren desde el 1999, sucediendo uno de los mayores en el 2005.
Sentada bajo un árbol y a su espalda la impresionante vista del mar y las montañas, Teresa Medina, señala como el terreno alto que pisa, en el barrio La Torre, ha perdido unos 200 metros y el mar ha entrado.
Lo atribuye a los deslizamientos. Los expertos aseguran que el movimiento de la superficie es por la inestabilidad del suelo de esta comunidad que está a 225 kilómetros de Santo Domingo.
Los lugareños han escuchado por los medios de comunicación que la región Norte sufriría serios daños si ocurre un sismo en el país aún mayor que el de siete grados en Haití, según pronósticos. "No le tememos porque estamos agarrados de Dios.
Pero, falta advertencia de las autoridades. Si en Haití pasó eso, ¿por qué tienen que esperar que pase algo grande?", cuestiona Benito Espino, quien lleva 50 años viviendo en Sánchez.
El pasado año, la Cruz Roja y la Defensa Civil con apoyo de la Unión Europea, las Naciones Unidas y otros organismos, en el marco del Programa de Prevención y Preparación de Desastres, ejecutaron un simulacro de evacuación de la zona en caso de un serio deslizamiento del suelo.
En una esquina del barrio La Torre hay clavado un mural que grafica las rutas de evacuación que llevan al sitio más seguro: La iglesia Nuestra Señora del Rosario Sánchez. El director de la Cruz Roja Dominicana, Gustavo Lara, asegura que Sánchez es una comunidad con años de fundada y es difícil trasladarla, por lo que hay que enseñarle a enfrentar su vulnerabilidad.
Se queja de que las autoridades municipales sólo apoyan con una respuesta reactiva al momento de ocurrir un evento, pero no toman previsiones antes de que sucedan.
Cuestionado sobre esto, el alcalde de Sánchez, Inocencio Calcaño, asegura que prepara un personal humano de más de 300 voluntarios para responder a cualquier desastre, pero no puede llevar a un refugio a las familias propensas a sufrir por los deslizamientos o un sismo si no sabe cuándo ocurrirán.
"Ni se puede descuidar, ni se puede alarmar a la gente", dice. Un informe de la Sociedad Dominicana de Geología sobre Sánchez da cuenta que el agua que escurre, sea por las precipitaciones o por las fugas permanentes en las tuberías, debilitan el terreno.
"En ocasiones construyen encima de las cañadas que son los canales por donde en los periodos de alta pluviometría escurren las aguas que exceden al volumen normal de las precipitaciones", dice la Sociedad.
El estudio señala que la construcción de las urbanizaciones y barrios se desarrollaron sin criterio de evaluación de los terrenos. Geomorfológicamente, el poblado se emplaza encima de un sistema de terrazas marinas afectando la distribución de las viviendas que en unos casos se construyen sobre zapatas o en pilotes y plateas.
"Los sedimentos pierden su compactación fácilmente debido a su carácter deleznable... en la costa se está produciendo un proceso de erosión, donde el mar ha ocupado parte del límite costero inundando áreas que anteriormente estaban expuestas", dice Geología.
Gobierno incumple
Hace unos años que una comisión recomendó al Gobierno reubicar a 200 familias residentes en Los Johnson, Altamira y La Torre.
Sin, embargo, hace unos cinco años que se detuvo la construcción de un proyecto habitacional en el que los nueve apartamentos iniciados a construir se han puesto viejos, inclusive están plagados de comején. El problema del retraso de la obra no es lo único.
La mayoría de la gente en Sánchez, incluso el alcalde, critican que el terreno de 54 mil metros cuadrados en que se construyen (ubicado en la carretera Sánchez-Samaná) no es seguro. "Es un terreno que costó RD$20 millones y no buscaron un geólogo para determinar si sirve o no", dice el alcalde.
Ante el panorama, los más cristianos en este municipio sólo encomiendan la vida de la comunidad a la protección divina.
De Mariela Mejía
No hay comentarios:
Publicar un comentario