viernes, 5 de febrero de 2010

Niña quiere jugar pero no ve a sus amiguitos

LAMENTO. PERDIÓ LA VISIÓN POR TRAUMAS DURANTE EL SISMO
Inocencia. Jennifer Doirin comparte una sala del hospital Darío Contreras con otros niños víctimas de la tragedia que abatió a la vecina isla de Haití.

Santo Domingo.- Con apenas cinco años, Jennifer Doirin cursaba el tercer curso en un colegio privado de Haití al que ingresó cuando tenía un año, y por sus habilidades la pasaban rápidamente de grado. Hoy intenta escribir su nombre, pero le sale torcido debido a que los traumas que recibió durante el terremoto la dejaron ciega.

Jennifer está recluida en el hospital Darío Contreras, donde al igual como lo hacía en su escuela busca jugar y abrazar a sus compañeritos de sala, pero con frecuencia se entristece porque no puede verlos.

Su padre dice estar muy preocupado porque lleva varios días en tratamiento pero no recobra la visión. “Yo no quiero que se me quede así, porque ella es mi única hija”, dice. El padre explicó que la niña estaba en la casa durmiendo cuando ocurrió el terremoto y la casa se le desplomó encima. Su padre es electricista de barcos en Haití y su madre enfermera.

En la misma sala hospitalaria se recupera Venia Dieujuste, de un año y medio, quien permaneció tres días bajo los escombros y fue rescatada por dos miembros de la Defensa Civil, en momentos en que ya su madre Marie Clauded empezaban a perder las esperanzas.

Cuenta que la niña dormía y cuando ocurrió el sismo ella intentó buscarla, pero las escaleras de la casa se derrumbaron. “Durante los tres días que la niña estaba bajo los escombros yo estaba loca, ahora tengo la cabeza mal, pero estoy tranquila”, agrega. También comparte la misma sala con el bebé Joseph Christopher, de un mes y cuatro días de nacido, quien tiene herida abierta en una piernita. Su hermanito de tres años falleció cuando la casa donde vivían le cayó encima, cuenta su madre. Doris Pantaleón -

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