miércoles, 11 de noviembre de 2009

Las Águilas ganan tercer partido en forma seguida

Vencen 7-2 al Escogido al compás de quince imparables
Tony Abréu, de las Águilas, anota en carrera en la tercera entrada, mientras que el receptor del Escogido, Juan Brito trata, de ponerlo out.

Santo Domingo.- Para las Águilas, su enfrentamiento anoche frente al Escogido era una especie de a la tercera es la vencida. Los cibaeños, que arribaron ayer al parque Quisqueya con la serie 0-2 en sus choques ante los melenudos, finalmente pudieron ganarle al equipo capitalino, tras conseguir un triunfo de 7- 2, en partido celebrado ante una pobre asistencia.

Tony Abréu y Victor Díaz remolcaron una carrera cada uno en el quinto episodio, las cuales se convirtieron en decisivas en el éxito aguilucho, su noveno de la campaña y tercero en forma seguida con el cual se mantienen en el tercer puesto del torneo, empatado con los Gigantes que anoche derrotaron 5-3 a las Estrellas.

Las Águilas también contaron con una adecuada labor monticular de su abridor Julián Tavárez, quien lanzó las primeras cuatro entradas, aceptando cuatro hits y dos vueltas, mientras que Armando Gabino, Edward Paredes, Luis Perdomo, Santiago Ramírez y Ramón Aguero lanzaron de manera impecable durante los restantes cinco episodios, silenciando a los bates escogidistas a cero carrera y solo tres imparables el resto de la jornada.

Gabino (1-0) fue el ganador, en tanto que Nerio Rodríguez el abridor de los Leones fue el derrotado.

Mientras que la ofensiva cibaeña castigó con quince incogibles a siete lanzadores escarlatas que desfilaron por el montículo. Todos los abridores de las Aguilas conectaron al menos un imparable.

Los aguiluchos marcaron una vuelta en el segundo acto, mediante hit de Héctor Luna, Kory Casto y Luis Terrero remolcando este último la vuelta. Anotaron dos en el quinto, una en el séptimo y para ponerle la tapa al pomo cristalizaron tres más en el noveno. De su lado, los melenudos anotaron una en el segundo acto, empujada por hit de Alexander Valdez y su última en el cuarto. De Pedro G. Briceño

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