lunes, 30 de mayo de 2011

Trujillo, autoritario hasta con sus médicos

Abel González fue uno de los médicos que atendió a Trujillo y gozó de su entera confianza.

Galenos. Francisco Benzo fue su médico de cabecera hasta 1940, pero al negarse a operarlo fue sustituido por el doctor Darío Contreras. Abel González también fue su médico de confianza

Escrito por: LILY LUCIANO ( l.luciano@hoy.com.do)

Con Rafael Leónidas Trujillo, enfermo o saludable, se caía en desgracia y se pasaba del primer círculo al olvido con gran facilidad.

Los médicos que le prestaban servicios a él y a su familia, pese a su condición de facultativos, no escaparon a esa realidad.

Debido a su afición a los caballos y vacas, a finales de mayo de 1940 Trujillo desarrolló, en la nuca, el bacilo del ántrax, una bacteria que se encuentra frecuentemente en animales.

El doctor Francisco Benzo, cirujano que había estudiado en Francia, reconocido galeno dominicano que en ese momento ocupaba la secretaría de Salud Pública, era su médico personal.

Cuando vio lo que tenía Trujillo dijo que no hay nada que hacer y que ya “olía a cadáver”...

La desgracia de Benzo. Ante la negativa de Benzo a intervenir a Trujillo, los familiares se decidieron a buscar al doctor Darío Contreras, médico también capacitado en Francia, quien laboraba como cirujano del hospital San Rafael y quien en 1935 había caído en desgracia con Trujillo por negarse a firmar el manifiesto que pedía cambiarle el nombre a Santo Domingo por el de Ciudad Trujillo.

El doctor Contreras fue mandado a buscar con un capitán del Ejército que le dijo “acompáñeme de inmediato a la capital”, sin darle más detalles. Era domingo y Darío Contreras estaba en la gallera disfrutando de las peleas de gallos que tanto le gustaban.

Fue al llegar al hospital militar Doctor Marión cuando se enteró de quién era su paciente: en actitud amenazante los hermanos de Trujillo, Petán y Negro, le dijeron ¿Usted sabe, doctor, lo que pasaría si el paciente muere? Sin inmutarse, y pasando por alto el tono con que se dirigían a él, Contreras respondió: “Sí, que a los tres días jiede”, reseña la Enciclopedia Virtual Dominicana en la Biografía del doctor Darío Contreras.

Este cirujano le practicó una incisión en cruz sobre la pústula extirpándole de raíz aquella infección.

La entrada al reino. En julio de 1940, Benzo fue destituido de la Secretaría de Salud Pública, y en agosto fue encerrado en la Fortaleza Ozama, acusado de haber cometido graves irregularidades durante su gestión.

En cambio, Contreras fue tratado con mucha deferencia y respeto por Trujillo. En 1942 fue designado Secretario de Estado de Salud Pública, también fue senador; ocupó un cargo diplomático en Washington y en 1959 Trujillo bautizó con su nombre: Hospital Docente Universitario Doctor Darío Contreras, al hospital traumatológico ubicado en la Zona Oriental que se inauguró en 1960.

Sus problemas de próstata. Hay versiones de que Trujillo padeció cáncer prostático, pero nunca se ha confirmado, sin embargo se sabe que el “Jefe”, sí padeció problemas en este órgano.

Según relata Euclides Gutiérrez Félix en su libro “Monarca sin corona”, esto provocó que en el verano de 1956 Trujillo lograra que se trasladara a Santo Domingo el doctor Antonio Puigvet, uno de los urólogos más eminentes de España, quien dirigía el Servicio de Urología del Hospital San Pablo, de Barcelona.

Para esta misión fue enviado un emisario especial de Trujillo, un prominente urólogo dominicano, el doctor y coronel del Ejército Abel González, quien se convirtió en la sombra del doctor Puigvet, acompañándole tanto en consultas como en las salas de operaciones.

En su obra “Puigvet, Antonio... y otras más” el médico español relata: “He de confesar que aquella relación que tan bruscamente había comenzado terminó muy bien”.

Puigvet sigue narrando: “El día antes de regresar al país, Abel fue a despedirse, acompañado del cónsul dominicano en España, y es cuando me comentó que era urólogo dominicano del Hospital Militar Marión en Ciudad Trujillo y que tenía un paciente de sesenta y tantos años que requería una extirpación de la próstata; quería saber mi parecer”.

En ese momento el galeno español le razonó al respecto y le redactó una dieta para el paciente.

Dos semanas más tarde, Puigvet fue invitado a dictar ciertas conferencias, bien remuneradas, en la Universidad de Santo Domingo. Al llegar al país fue recibido por Abel González vestido de militar y fue cuando se enteró de que el misterioso paciente de González era el Generalísimo Trujillo. El médico español empezó a comprenderlo todo...

El mismo día de su llegada, Puigvet conoció a Trujillo, a quien definió como “inteligente y muy activo para ser un sexagenario”.

Pocos días después, opera al dictador y a raíz de esto nace entre ellos lo que el galeno español calificó como “una amistad respetuosa, aunque molesta”, puesto que el “Benefactor de la Patria” quería que se quedara en el país para montar un hospital especializado en urología.

La propuesta fue avalada por dos millones de dólares para construir el centro, un salario de 70 mil dólares anuales, una vivienda para él y su familia, así como la posibilidad de mantenerse viajando a su trabajo en Barcelona.

Puigvet ni ningún historiador explica en que paró esta oferta.

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