lunes, 26 de noviembre de 2012

El Dios de la frontera

La semana pasada, uno de sus súbditos, un cefroncito (nombre de un guardia raso de la frontera) atracó una joven haitiana que trató de cruzar el Masacre a pie despojándola de 25 mil pesos que traía para hacer sus compras habituales, intentó violarla y se detuvo porque menstruaba.

 
DAJABÓN (R. Dominicana).- Aunque son muchos los cambios físicos de Dajabón desde que fuera una pequeña comarca durante  la primera mitad del siglo XX, su cielo encapotado parece el mismo que describiera con pluma temblorosa Freddy Prestol Castillo. Semejantes nubes vuelven a desparramarse en fina lluvia acaso para lavar de nuevo el sudor de rostros magullados ahora multiplicados en un “abrir y cerrar de ojos”.

Como en toda zona de mercado cautivo, los bebedores de la noche están despiertos desde muy temprano; en una de las esquinas próximas a la “Aduana mojá” una vendedora de placeres baratos apura la sopa que toma como para recobrar la fuerza gastada durante la madrugada, los colmados están repletos a las diez de la mañana, la cerveza no alcanza.

En la medida en que se penetra entre multitud el arrebato transforma la mirada. Es viernes. Es día de mercado. Aquí las cosas adquieren otro nombre y al hacerlo se transmutan, se escapan entre los recovecos  de cuerpos mutilados que reinventan formas inauditas de sobrevivir.

Los más de diez mil concurrentes que lunes y viernes cruzan el Masacre a pie carecen de nombre y apellido, distinto a algunos pocos que lo hacen en patanas y yipetas. Para unos palizas tipo esclavitud de la colonia, para otros complacencia y complicidad. La frase derechos humanos en la boca de unos cuantos activistas y religiosos completa el drama que solo es descriptible con el silencio porque hablar puede costar la sangre cuando no la vida a cualquier mortal.

La compleja red que controla el mercado de Dajabón tiene sus nodos distribuidos de manera estratégica. Celadores, cesfrones, paqueteros, cargadores, aduaneros configuran un nuevo alfabeto de códigos surgidos de una realidad que pese a responder al mundo de la vida tiene el vocablo muerte como Alfa y como Omega. El sacerdote jesuita Regino Martínez, quien recientemente cumplió 37 años tratando de evangelizar a una población tan irredenta como aquella de esclavos de la estirpe de fray Bartolomé de las Casas, es de las pocas voces que se atreven a desenredar la tenebrosa ficción. A diario tiene que enfrentarse a un Frankenstein instalado allí con el nombre de Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT).

Desde el trono de este regimiento militar un general de mil batallas, Santo Domingo Guerrero Clase, tiene las mismas facultades de Dios. Lo ve todo, lo sabe todo, lo huele todo. Rey (como llaman sus amigos al padre Regino) lo describe como un militar  “educado y resbaloso”, cabeza del poder en la parte oriental de la línea fronteriza.

Este general, además de ser el Dios de la frontera, tiene algunos fenotipos humanos, le gusta el azúcar por patanas y tal vez por eso la incauta atento a su misericordia divina. Los buenos oficios del padre Regino han sido insuficientes para calmar la sed melosa de este militar de academia, quien se desempeñó como jefe de avanzada del primer gobierno de Leonel Fernández. Desde entonces su carrera se ha visto coronada con el éxito probablemente por los altos estudios que ha realizado en seguridad, espionaje, infantería, política, investigación y derecho en diferentes partes del mundo.

La semana pasada, uno de sus súbditos, un cefroncito (nombre de un guardia raso de la frontera) atracó una joven haitiana que trató de cruzar el Masacre a pie despojándola de 25 mil pesos que traía para hacer sus compras habituales, intentó violarla y se detuvo porque menstruaba. El raso supuestamente está preso pero Santo Domingo Guerrero Clase se ha negado a dar su nombre, los detalles del hecho están registrados en el Centro de Solidaridad Fronteriza.

Escándalos como ese son pan de cada día naturalizado por la matriz que controla el “desorden organizado” imperante en esta parte de la isla ¿Acontecer o suceso, devenir o tragedia? Puede que nadie lo sepa o que a lo mejor no sea más que “el eterno retorno de lo mismo” concepción de la historia de un hombre de otras fronteras nombrado Friedrich Nietzsche.

Esto así porque el cielo está tan encapotado como aquel día en que Freddy Prestol Castillo escribiera: “Acabo de recibí unas oidene serias. El gobierno ordena el degüello de cuanto “mañese” jallemo. No repete edá ni pinta. Quémelo hata vivo. Ey!...Saigentoo! tá jablando el capitán Ventarrón!” 

“Degüello” y “Ventarrón” son metáforas del crimen y del miedo, pueden leerse en clave moderna como antinomia de un mundo de “mañese”, que cruzan el Masacre a pie sin derechos, sin compasión, sin conmiseración divina y bajo la mirada indolente de Dios.


Alfonso Torres/7dias.com.do

No hay comentarios:

Publicar un comentario