viernes, 1 de julio de 2011

Dos caras de Balaguer Del gran estadista al violador de los derechos humanos

Primera vez. El primero de julio de 1966 Joaquín Balaguer asumió la presidencia de la República, tras haber sido elegido democráticamente por primera vez. Ese día se dio inicio a los terribles “12 años”
Escrito por: LOYDA PEÑA (l.pena@hoy.com.do)

Idolatrado por unos, y repudiado por otros, el doctor Joaquín Balaguer continúa siendo hoy, a nueve años de su fallecimiento, un ícono en la vida política y social dominicana, inspirador incluso de modelos de gobierno similares a los suyos en aspectos que antes fueron hartocriticados.

Más que por su indiscutible intelecto, Balaguer logró gobernar al país durante siete períodos que le totalizaron 23 años en el poder, gracias a las lecciones aprendidas de su maestro y mentor, el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.

“Balaguer fue formado por Trujillo y fue la continuidad de todo el conservadurismo que ha predominado en la política nacional”, afirma el dirigente de izquierda Rafael –Fafa-Taveras.

Las dos caras de la moneda. Enigmático, caudillista y opresor, son parte de los calificativos con que se define el carácter del hombre a quien la historia dominicana ha dividido en dos: uno, el padre de la democracia y auspiciador del desarrollo del país; y otro, el propulsor del retroceso en materia de libertades públicas y derechos humanos.

Así comienza. Llevado al poder de la mano de Trujillo en 1960, Balaguer hizo todo lo que pudo, incluso criticar ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) al régimen que le sirvió de cobijo, para mantenerse en el gobierno, y lo logró.

Apenas un año después, específicamente el 20 de octubre de 1961, asumió lo que caracterizaría su gobierno de “los 12 años” (1966-1978), durante los cuales, según expresión de Víctor Gómez Bergés, uno de sus más cercanos colaboradores, “se desató un baño de sangre que fue lamentable para todos”.

Primeros desmanes. Ese día una patrulla de la Polícia, dirigida por el coronel Caonabo Fernández, hijo de Ludovino Fernández, otro colaborador de Trujillo, repelió a disparos una manifestación de estudiantes y profesores que protestaban en el sector Ciudad Nueva la designación del licenciado José Manuel Machado como rector de la Universidad de Santo Domingo, dejando varios muertos y heridos.

Deportaciones. Las protestas de los grupos de izquierda y la fracasada conspiración que el 19 de noviembre urdió un grupo de militares encabezados por el teniente coronel Edward Simons, agregado militar de la embajada americana, obligaron a Balaguer a disolver el grupo “Los Paleros de Balá” que utilizaba para reprimir a la oposición. Al mismo tiempo, declaró “ilegal” el Movimiento Popular Dominicano (MPD) y deportó a sus principales dirigentes: Máximo López Molina y Andrés Ramos Peguero.

Más muertos. Tratando de bajar la presión de la oposición que exigía su renuncia, Balaguer decidió conformar un Consejo de Estado presidido por él, e integrado por Rafael Filiberto Bonnelly, Eduardo Read Barreras, monseñor Elio Pérez Sánchez, Nicolás Pichardo, Luis Amiama Tio y Antonio Imbert Barreras, pero eso no satisfizo.

Las protestas continuaron y el 15 de enero del 1962, un contingente comandado por el general Manuel Antonio Cuervo Gómez y Juan René Bouchamps Javier, utilizando tanques de guerra, atacó el local del partido Unión Cívica Nacional (UCN), liderado por Viriato Fiallo, “provocando una docena de muertos”, según narra en su libro “Historia electoral dominicana siglo XX”, Segundo Grullón.

Balaguer sale al exilio. Textos históricos consultados afirman que con la anuencia del propio Balaguer, el 16 de enero de 1962 el general Pedro Rafael Rodríguez Echavarría derrocó el Consejo de Estado, y se instauró una Junta Cívico-Militar predidida por Huberto Bogaert, la que a su vez fue depuesta con la participación del coronel Bevan Cass, agregado militar de la embajada de los Estados Unidos, y se repuso nuevamente el Consejo de Estado, pero sin Balaguer, y presidido por Rafael Filiberto Bonnelly.

Balaguer se asiló en la Nunciatura y luego salió del país, permaneciendo en el exilio, entre Nueva York y Puerto Rico.

Del exilio al poder. La Guerra de Abril de 1965, y la división ideológica que provocó esta en la sociedad dominicana, le abrió de nuevo la puerta al poder a Balaguer, quien regresó al país en ese mes y año, tras solicitarle un permiso de entrada al presidente Héctor García Godoy, alegando motivos de salud de su madre.

“Balaguer volvió al país en brazos de las fuerzas intervencionistas norteamericanas y en estrecha alianza con los intereses de los Estados Unidos, predominantes en ese momento, y restableció el aparato estatal que había sido desarticulado por la resistencia popular de 1965. Es esa la mejor caracterización de ese caudillismo histórico”, afirmó Fafa Taveras.

El candidato de la paz. Así se autoproclamó Balaguer para las elecciones de 1966, en las que participó aupado por los partidos Reformista (PR), Demócrata Cristiano (PDC) y Liberal Evolucionista (PLE), y bajo la protección de tropas yanquis.

Prometió al pueblo dominicano “un nuevo amanecer” con un gobierno “sin injusticias ni privilegios”, pero una vez electo, el 28 de noviembre proclamó una nueva Constitución, cuyo artículo 55 le otorgó poderes excepcionales.

La falta de garantías públicas en su gobierno obligó al PRD a abstenerse en los comicios de 1968, y en 1969 el senador Pablo Rafael Casimiro Castro fue objeto de un atentado.

Zoom

“El constructor”

Así califican los balagueristas al fenecido presidente Joaquín Balaguer, por las grandes obras de infraestructura que construyó durante sus gobiernos.

Obras destacadas

Entre esa obras, destacan el Faro a Colón, Centro Olímpico “Juan Pablo Duarte”, Acuario Nacional, Jardín Botánico, Zoológico, Plaza de la Salud, Plaza de la Cultura, Avenida del Puerto, Parque Mirador Norte. También, las presas Jigüey-Aguacate y Valdesia; Basílica de Higüey, Catedral La Vega; Teatro Regional del Cibao, Acueducto Cibao Central, Teleférico de Puerto Plata, carreteras y otras.

El protagonista

Orlando Martínez

Periodista

¿Irresponsabilidad? En una muestra de que sabía quien lo hizo, el presidente Balaguer dejó el encargo a una persona amiga que no identificó, revelar el nombre de los autores del asesinato de Orlando Martínez, una vez que él falleciera.

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