miércoles, 10 de marzo de 2010

Ayudándonos a comer menos

SANTO DOMINGO. ¿Quiere saber cuántas veces al día toma decisiones relativas a la comida? ¿15, 20? ¿ 50 veces al día? Espero que esté sentado, porque son ¡más de 200! Se pasa la mitad del día pensando en comida y después se pregunta por qué, si cree que ha llevado al pie de la letra el librito de las dietas, no ha podido conseguir el peso deseado.

Como en todo, echando mano de un par de trucos hijos del sentido común avanzamos en disciplina gastronómica, que se traduce en mejores hábitos alimenticios. Seguro conoce algunos.

Anote los demás:
1. Deje lo que engorda en la cocina: no lleve a la mesa las opciones altas en calorías, grasa, salsas o en harina. En otras palabras, deje el arroz en la paila y lléveselo servido en el plato. ¡No regrese! ¿Qué llevar a la mesa? Vegetales, ensaladas, carnes o pescados cocidos a la plancha, por ejemplo. Y si es algo de postre, que sea fruta.
2. Use platos más pequeños y vasos más estilizados: una porción regular luce inmensa en un plato de menor tamaño. Aparte, el tamaño del recipiente influye en la cantidad de lo que nos servimos. Estudios han demostrado que desde niños pequeños hasta bartenders de larga experiencia sirven menos cantidad en vasos altos y delgados que cuando los usan anchos o cuadrados. 3.

Deje el vino para el postre: muchas veces no calculamos lo que comemos cuando estamos tomando. Si disfruta de una copa de vino o una cerveza con su comida, déjelo para el final. Busque el balance en la carga calórica sustituyendo el postre por frutas. Hay algunas combinaciones realmente exquisitas.

4. Coma y hable: La mesa es el lugar ideal para cultivar el viejo arte de la conversación. Entre bocado y bocado, coloque los tenedores sobre el plato, preste atención y participe de la discusión. Esta vieja estrategia quita la atención de la comida y lo enfoca en algo que lo engorda menos

5. Un chicle, por favor: para muchos, es imposible cocinar sin probar. Un tenedorcito por aquí, la cucharita por allá y cuando viene a terminar, ya ha comido dos veces. Mantenga su boca ocupada con goma de mascar o con algún caramelo de sabor fuerte (menta, por ejemplo), sin azúcar añadida. Mantenga cerca un vaso con agua bien fría. ¡También ayuda!

6. Sirva a sus hijos porciones pequeñas: enséñeles desde chiquitos a comer solo hasta que se sientan satisfechos. Sirva porciones pequeñas en el plato y que el niño le indique sin presión si desea algo más. Esta es una lección, que aprendida en los primero años, le servirá para toda la vida.

7. No salte comidas: con el afán de vida que llevamos, saltamos ocasiones cuando comer es fisiológicamente necesario y llegada la noche, cuando nuestra resistencia es menor por el cansancio, nuestra hambre es mayor. Si sabe que por la mañana no "tiene tiempo", prepare por las noches una merienda que pueda picar fácilmente de camino a su trabajo. Lo importante es que lleve algo en el estómago antes de comenzar la batalla.

8. Evite el estrés: calcule cuándo es que le entra un afán enfermizo de comer chocolate, helados, dulces... ¿la nevera? ¿ Cuando siente mucho estrés? ¡Aprenda a identificar las ocasiones difíciles y conjuntamente, aprenda técnicas de relajación en minutos. A veces, dedicar 2 minutos a respirar como se debe, nos defiende de un ataque de nervios... ¡o de un ataque de hambre!

9. Cepíllese los dientes después de cenar: es un mensaje alto y claro: "aquí se acabó de comer"...y el cerebro obedece! Haga la prueba.
10. No coma delante de la televisión: Investigadores en Harvard descubrieron que sus hijos consumen 167 calorías adicionales por cada hora que pasan frente a la televisión. Los números seguro son similares en los adultos. Evite la tentación. Si se va a sentar frente a su TV, asegúrese de no tener hambre y haga de ese espacio un tiempo "libre de comidas". Verá la diferencia.
himilcetejada@live.com

De Himilce Amelia Tejada

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