Entre las detonantes del golpe de Estado que derrocó al primer presidente democráticamente electo en República Dominicana, luego de la caída del dictador Rafael Leonidas Trujillo, Juan Bosch, estuvieron sus investigaciones sobre actos de corrupción que involucraban a las poderosas Fuerzas Armadas y, ciertamente, un informe confidencial del primero de agosto de 1963 “afirmaba, sin lugar a dudas, que existe un plan encaminado a deponer al gobierno”.
Las consideraciones son del historiador cubano Eliades Acosta Matos, autor del libro “Revolución Inconclusa”, quien junto a Matías Bosch, presidente de la Fundación Juan Bosch y nieto del extinto expresidente de la República, explicaron que en torno al golpe de Estado de 1963 existen muchos mitos y leyendas que han falseado la verdad histórica.
Estima el historiador Acosta que en momentos cuando los conspiradores y quienes los inspiraban difundían “rumores incendiarios en los cuarteles, buscando el anhelado estallido golpista”, Bosch recibía una notificación que le imponía “el deber de encarar a los jefes de las Fuerzas Armadas y develar enojosos y comprometedores detalles del pasado”. En la página 357 del libro “Revolución Inconclusa” se explica que un oficio de la entonces Secretaría de la Presidencia al ministro de las Fuerzas Armadas, fechado el primero de agosto, decía: “El Presidente ha tenido informes de que el general Anastasio Somoza (padre) obtuvo del finado general Trujillo un cuantioso préstamo de armamentos y un avión, propiedad del Gobierno dominicano.
“El Primer Magistrado de la Nación desea que usted disponga una investigación con carácter urgente, y si la denuncia es cierta, que estudie una fórmula adecuada para proceder a cobrar al Estado nicaragüense el importe de las armas y el avión mencionados”, indica el texto. Acosta, al hablar sobre estos acontecimientos para LISTÍN DIARIO, expone, con la propiedad de quien se ha sumergido en la investigación profunda del tema que: “Es de suponer lo que semejante orden, proveniente de un civil casi recién llegado del exilio y acusado de comunista, debió pesar sobre el ánimo de la ya ofendida plana mayor de las Fuerzas Armadas, formada a la sombra de Trujillo”.
Otro memorándum de la Cancillería, se explica, fechado el 7 de agosto, daba cuentas de las gestiones ante las autoridades británicas del embajador dominicano en Londres para investigar e impedir la salida del país de un supuesto contrabando de armas con destino a Santo Domingo. Bosch, enterado de la situación, escribió “hágase saber al general Viñas y que lo comunique al general Luna”. Matías Bosch explica, de su lado, y así se consigna en el libro cuya introducción es de su autoría, que contrario a las afirmaciones de los enemigos de Bosch, la oligarquía y otros segmentos enconados, el entonces líder del Partido Revolucionario Dominicano nunca ocultó ni retuvo información sobre aprestos clandestinos de ninguna fuerza política del país, ni protegió a tendencia alguna.
Matías Bosch entiende que en República Dominicana hay que realizar un gran debate sobre lo que significó el derrocamiento de Bosch y como las fuerzas sistémicas de la oligarquía, conculcada con la clase política, no lograron nunca sacar al país del lastre de la pobreza, el hambre y los índices elevados del analfabetismo.
“Hay que sacar la Revolución dominicana del escondite, el país ha sido un faro de resistencia”, dice.
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