martes, 19 de julio de 2011

Jóvenes narran sueños tras el récord Guinness


Katheryn Luna
Katherine.luna@listindiario.com
Santo Domingo

Colocar el nombre de República Dominicana en alto sigue siendo el principal sueño de los cinco jóvenes que rompieron el récord Guinness de 240 horas de lectura continua en voz alta, a las 11:15 minutos con 28 segundos del pasado domingo en la noche.

Los jóvenes oriundos de la provincia Valverde planean para su futuro seguir conquistando sueños, con la esperanza puesta en sus conocimientos, en Dios y en el apoyo recibido de su pueblo.

“Ofrecerles una buena educación a mis tres hijas es mi mayor sueño”, expresó con emoción Randolfo Ariostto Jiménez Pérez, de 35 años, uno de los participantes del maratón, quien leía cuando fue roto el récord Guinness el tomo número trece de las obras literarias del profesor Juan Bosch.

Confiar en Dios y mantener su vista hacia el horizonte, imaginando ser en un futuro un gran talento del mundo del arte, hace que Cristian Rodríguez Morrobel, otro de los participantes del maratón, continúe su lucha y motivación junto a sus cuatro compañeros para lograr llegar a las 365 horas.

Este maeño de 23 años de edad confesó ser amante de la actuación, por lo que no solo pretende ser conocido por ser parte de los jóvenes que alcanzaron romper la marca Guinness, sino convertirse en actor de cine y televisión.

“Soy una mezcla de cristiano, artista y socialista; tengo la meta de llegar a ser un evangelista, viajar a los Estados Unidos y estudiar mi pasión, que es el arte, y dedicar mis dones a Dios”, agregó.

Carlos José Reyes, otro de los jóvenes, con cuatro libros publicados, tiene como meta no solo ser conocido en Moca, donde nació, sino en todo el país y en el plano internacional. Entre sus libros fi guran poemas.

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ENTRE LECTURA Y DESCANSO

Los cinco jóvenes, Randolfo Ariostto Jiménez, Carlos José Reyes, Cristian Rodríguez, José Manuel Bueno y Martha Esther Madera, tienen cuatro horas para descansar, de las cuales solo dos horas las utilizan para dormir. En su esfuerzo por llegar a 300 horas de lectura, los jóvenes leen dos horas cada uno, con un lector pasivo al lado, por si se presenta alguna eventualidad.

Cuentan con una casa habilitada por el Ministerio de la Juventud, una unidad de emergencias, un otorrino y un nutricionista.

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