martes, 19 de enero de 2010

Convoyes de la MINUSTAH escoltan la ayuda desde la frontera

La larga caravana de ayuda humanitaria avanza escoltada por la Minustah a orillas del lago Azuei
Roberto Guzmán/Clave Digital
PUERTO PRÍNCPE, Haití.- La fila de camiones, patanas, ambulancias y vehículos se extiende en el horizonte, incluso por kilómetros, y avanza desde Jimaní hacia Puerto Príncipe ante la mirada atónita de haitianos que se apostan en la orilla de la carretera para ver cómo los tropas de Naciones Unidas custodian los cargamentos de ayuda humanitaria enviada desde el país.

Aunque el paso fronterizo de Jimaní está abierto las 24 horas del día, el tráfico se intensifica por la mañana y se ha duplicado desde el fin de semana, indicó a Clave Digital el agente de la Dirección General de Aduanas (DGA) encargado de emitir los permisos para el tránsito transfronterizo de vehículos en el puesto de Jimaní.

Y además del incremento del tráfico, los vehículos con sus cargamentos de ayuda deben de esperar la conformación de caravanas para avanzar de manera conjunta y segura hacia los centros de acopio de la devastada capital haitiana.

Luego del surgimiento de los primeros incidentes de violencia y de casos de saqueos por parte de desesperados haitianos damnificados, la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) asignó una parte del contingente brasileño para custodiar la ayuda que llega desde la frontera.

Con sus tanques blindados y armamento de guerra, las tropas brasileñas ofrecen protección a la ayuda humanitaria y hacen lo posible para evitar que otros vehículos rebasen la caravana.
Cada grupo de camiones con cargamento, que va desde agua, medicinas, alimentos y hasta materiales de construcción, es escoltado por al menos dos tanques blindados y dos camionetas de cascos azules desde Jimaní hasta su entrada a la Zona Industrial Metrolitana (Zonapi), donde se concentra la ayuda humanitaria dominicana.

La gran cantidad de ayuda provocó un enbotellamiento en la frontera
Roberto Guzmán/Clave Digital
“No hemos tenido ningún disturbio”, aseguró a Clave Digital el capitán Romero, que comanda el contingente de 30 militares peruanos de las tropas de paz que resguardan la seguridad de la Zonapi.

Mientras cientos de haitianos se concentran a diario en la entrada principal de la Zonapi en espera de conseguir un plato de comida, agua potable o para esperar a parientes heridos que son atendidos por los médicos dominicanos, Romero insiste que “todo marcha con tranquilidad”.

Prevenciones

Pero para prevenir aglomeraciones y tumultos que puedan provocar hechos de violencia entre los damnificados que ansían la llegada de la ayuda humanitaria en los campos de damnificados, como ya ha ocurrido en el centro de Puerto Príncipe, la MINUSTAH asignó al contingente boliviano la seguridad de la distribución de comida y agua.

“No decimos nunca el lugar adonde vamos a llevar la ayuda, para evitar las aglomeraciones”, comentó a Clave Digital el capitán Marco León Peña, a cargo de las tropas bolivianas.

Y con la lógica de mantener la seguridad de las donaciones, sin importar el tamaño del cargamento, las tropas bolivianas escoltan cada convoy por las polvorientas calles de Puerto Príncipe y entre los escombros de edificios derrumbados.

Tal fue el caso de un camión del programa oficial Comedores Económicos, que con un cargamento de unas 500 raciones de comida, fue escoltado por tres camiones y una camioneta pick up de la MINUSTAH, con 55 soldados a bordo, desde la Zonapi, en la zona del aeropuerto internacional Toussaint L Ouverture, de Puerto Príncipe, hasta la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, ubicada a unos ocho kilómetros, en Petion Ville.

Agua a borbotones

Decenas de haitianos claman por un poco de agua
Roberto Guzmán/Clave Digital
Pero incluso cuando la seguridad no es tan ostentosa, las aglomeraciones se suceden con relativo orden, tal como describe su experiencia Nelson Minier Martínez, chofer de uno de los cinco camiones cisternas de la Corporación Dominicana de Acueductos y Alcantarillados de Santo Domingo (CAASD).

Mientras una larga fila de personas se concentra en la manguera del camión cisterna de tres mil galones para conseguir un poco de agua, Minier Martínez esperaba con tranquilidad sentado en la cabina del vehículo en espera de concluir su labor para volver desde la zona del aeropuerto a Jimaní a fin de llenar nuevamente el tanque.

Pese a la desesperación de miles de damnificados que quedaron sin vivienda por el terremoto de 7.0 grados en la escala de Richter y que desean un poco de agua, Minier Martínez insiste que, al menos él y su camión cisterna, no han sido objeto de ningún intento de saqueo y no ha sido testigo de ninguna agresión.

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