Corrupción hasta en la sopa Escrito por: Dr. Rafael Molina Morillo
La palabra “corrupción” inunda las páginas de los periódicos y llena los espacios hertzianos y cibernéticos que las nuevas tecnologías ponen hoy día al servicio del hombre y la mujer.
Lo malo del caso es que no se trata tan sólo de la palabra, sino que la propia corrupción, en persona, está presente en todas partes y en todo momento.
De nada han servido las instituciones creadas para denunciar, frenar o combatir ese cáncer social, comenzando por el antiguo Depreco (hoy DPCA), que tiene ante sí 164 querellas sin ningún resultado palpable. Igualmente inútiles parecen la costosa Cámara de Cuentas, la Contraloría General de la República, la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción, y hasta el Ministerio Público, frente a cuyos ojos van y vienen denuncias y evidencias sin mayores consecuencias.
De memoria me vienen a la mente las graves denuncias que se han hecho recientemente, sin que se les preste atención, en instituciones públicas tales como la CDEEE, el PRA, el Indrhi, la OTTT, la Lotería Nacional y la Secretaría de Obras Públicas…
Alguien ha dicho, a propósito de esto, que la sociedad dominicana es “inviable”, y todo parece indicar que tiene razón. También se ha lanzado la idea, que yo comparto, de crear un frente común de la ciudadanía contra la corrupción, pero esa idea parece que ha caído en el vacío.
La única solución que le veo al problema tiene que venir desde arriba, con sanciones severas y aplicándole la ley “al más bonito” que se pase de la raya de la honestidad y el buen desempeño. Pero para ello tiene que haber “voluntad política”, y por ahora no la vemos asomar por ninguna parte.