Stephen Harper |
Y, si no, que se lo pregunten al primer ministro canadiense, Stephen Harper, quien el martes declaró que estaba "muy enfadado" después de que dos de sus senadores favoritos y su mismo jefe de Gabinete fuesen implicados en un escándalo por defraudar supuestamente al erario público.
Los dos senadores, los experiodistas Pamela Wallin y Mike Duffy, están acusados de embolsarse de forma inapropiada decenas de miles de dólares en gastos.
Durante meses, Harper defendió a los dos senadores, a los que él colocó personalmente en el Senado, especialmente cuando Duffy aceptó devolver 90.000 dólares canadienses (más de 87.000 dólares estadounidenses).
Pero la semana pasada se supo que Duffy no había pagado el dinero de su bolsillo, tal y como el senador conservador afirmó, sino que fue la mano derecha de Harper y jefe de su gabinete, Nigel Wright, quien le dio el dinero personalmente.
Tras la revelación, el viernes Duffy abandonó el Partido Conservador, y el domingo Wright dimitió de su puesto.
Para agravar la situación, el martes se supo que quien fuera asesor legal de Harper, Benjamin Perrin, redactó un contrato que estipulaba que Wright le daría el dinero a Duffy y que la investigación que el Senado estaba realizando sobre sus gastos sería magnánima con el senador.
Estas acusaciones son especialmente dolorosas para Harper y su Partido Conservador, que llegaron al poder en 2006 precisamente gracias a sus promesas de que limpiarían el Gobierno de la corrupción y escándalos que dominaron la última etapa de gobierno del Partido Liberal.
En su declaración del martes, poco antes de partir de viaje a Perú y Colombia, Harper repitió que "Canadá tiene uno de los sistemas de gobierno más responsables y transparentes de todo el mundo".
Pero el escándalo de los senadores conservadores no es el único caso de corrupción que sacude a Canadá.
Desde hace meses en Québec, la provincia francófona del país, se celebran vistas públicas de una explosiva comisión investigadora sobre las acusaciones de que la mafia controla el negocio de la construcción y soborna desde hace décadas a políticos de la región a cambio de contratos de obras públicas municipales.
El exalcalde de Laval, uno de los mayores suburbios de Montreal, Gilles Vaillancourt, fue detenido junto con otras 37 personas el pasado 9 de mayo y acusado de conspiración, fraude, tráfico de influencias y "gangsterismo".
Además, el alcalde de Montreal, la segunda mayor ciudad canadiense, Gérald Tremblay, dimitió en noviembre de 2012 y su partido, Union Montréal, de tendencia liberal, se disolvió.
La comisión también reveló que desde 2006 la Policía Montada de Canadá grabó 35.000 horas de vídeo de los principales "capos" de la mafia de Québec, que incluían sus reuniones con los responsables de las principales empresas de construcción de Québec.
La mayor firma de construcción de Canadá, SNC Lavalin, también es el centro de otro escándalo de corrupción, esta vez internacional.
En los últimos meses SNC Lavalin ha sido acusada de pagar millones de dólares en sobornos a la familia de Muamar al Gadafi mientras estaba en el poder en Libia.
Tras la caída del régimen de Gadafi, empleados de la compañía estuvieron implicados en los intentos de trasladar de forma clandestina a México a uno de sus hijos, Saadi.
Y en abril, el Banco Mundial prohibió la participación de la compañía canadiense en ningún proyecto de la institución durante 10 años tras ser acusada de corrupción en 10 países de África y Asia.
Pero quizás el escándalo que más cautiva en estos momentos a los canadienses es el que envuelve a Rob Ford, el alcalde conservador de la mayor ciudad del país, Toronto.
Según dos medios de comunicación, uno en Estados Unidos y otro en Canadá, un grupo de narcotraficantes de Toronto está intentando vender un vídeo del alcalde en el que aparece fumando "crack", un poderoso derivado de la cocaína.
El vídeo, por el que los narcotraficantes solicitan a los dos medios 200.000 dólares, ha sido visto por tres redactores que han señalado que parece indudable que la persona que aparece en las imágenes es el alcalde de Toronto y que lo que fuma es "crack".
Por su parte, Ford se ha limitado a señalar que la acusación es "ridícula" a pesar de que en 1999 fue detenido en Florida por conducir borracho y en posesión de marihuana y que en 2006 se enfrentó borracho a una pareja de turistas que presenciaban un partido de hockey.