El Torito –Héctor Acosta- puede darse toquecitos en el pecho. El Cibao, terruño que él ensalza no lo defraudó. El artista, orgullo de “Bonao City” y el país, demostró en casi tres horas de la producción “El Torito Monumental” la dimensión de su talento, la amplitud de sus horizontes musicales. Sin alardes, argumentó, a pura garganta, que él es un artista genuino, completo, por la rayita.
En fin, un alma sin humos en la cabeza, sin necesidad de escandalizar para darse a notar.
Desde las 9:33pm del sábado caluroso en la Arena del Cibao y hasta la medianoche de un domingo trece de junio, él y su voz protagonizaron un espectáculo espléndido, sin tropiezos. Faltó, eso sí, matizar el sonido.
Ocasionalmente hubo que descifrar las confesiones del artista. Sin nadie que le presentara, el Goliat del canto que venció los cachos del toro y la soledad del rompimiento, inició su estreno en la Arena del Cibao con una oda musicalizada a Santiago, la ciudad escogida para el espectáculo atestiguado también por el expresidente Hipólito Mejía, amigo del Torito y puntual hasta lo último. Con el coro “Llegó papá” fue recibido el “Guapo de Gurabo” que ha vuelto a desandar con Pepe Goico detrás.
Impecable, en traje sastre casi cosido sobre sí mismo, el artista arrancó con “A Pasito lento”, las estrofas de Tito Fernández que sacudieron rápidamente las gradas. Con la orquesta franqueando el lateral de platea y un espectacular diseño digital como complemento escenográfico, Héctor Acosta, despertó los dulces demonios del gozo con cucharaditas de bachata y merengue interpretado con calidad.
Nadando muy bien en aguas de distintos géneros, siguió Acosta delante de flashes que nunca cesaron de captar su rostro maquillado.
TÍPICAS INCOMODIDADES
“Perdóname la vida” y el eterno: “Vuelve porque yo te necesito y tú eres mi destino”, cantado a todo pulmón, alimentó la impaciencia de la gente apretujada en el súper VIP (demasiadas sillas plásticas para el espacio).
Ellos envidiaron a quienes estaban en los “bleacher” que sí pudieron y bailaron libremente. Es una situación muy común en los espectáculos locales de los últimos tiempos.
Derroche de sentimientos
En el rostro de Héctor Acosta se energizaron las venas de la bachata, balada, ranchera, merengue típico y el mambo de la modernidad, mientras este mantuvo en escena durante su concierto “Monumental”.
En el guión del evento también se incluyo “Se me va la voz” de Alejandro Fernández a estilo bachata. El palco vibró con “Uno quiere pa’ que lo quieran” de Jorge Celedón con el siempre bienvenido estribillo “uno no dá la vida entera pa’ que lo engañen pa’ que lo engañen”.
En el público, un quórum de ocho autobuses provenientes de Bonao y el resto de la Patria representada en el bajo techo. Tres minutos antes de las 10:00pm El Torito sintió la ovación más larga del auditorio. “Finalmente se cumple mi sueño”, la primera frase antes de abrir el abanico de la gratitud. “Gracias por todo el apoyo, a la gente de Bonao, a Santiago; lo único que lamento es que le hayan prohibido a Fefita cantar conmigo”, se quejó. Con “Si Dios está conmigo, quién contra mí”, cerró el capítulo.
Invitados
Sin la excéntrica Vieja Fefa ni los chicos de Rakin y Ken-Y, desfilaron entonces los otros invitados del artista que esa noche fue monarca del Monumento. Con el General Larguito (Pedro Santana de la Cruz), cantó la “Mala maña” décima famosa en las lides típicas, musicalizadas inicialmente por el acordeonista. Luego subió la “Chiflera” con las trenzas rubias de Krisppy y el “flow” esta vez ataviado de amarillo. Y Narciso, el Pavarotti, con quien interpretó “Diente de oro” .
En conjunto cantaron y bailaron “Vamo’ hablar inglés”. Bañado en sudor pero en “pila” siguió el “Sentimiento Torito” derrochado entonces con la bachata “Si tu estuvieras” y luego un popurrí de merengues.
La efervescencia de Pablito Drums en la batería y el percusionista Cukín Curiel, junto a otros músicos, tuvieron una participación tan gozada como alabable.
Despedida
Los seguidores de Hipólito Mejía aprovecharon el estruendo de los platos para repetir “Llegó papá”. Al éxito “Loca conmigo”, escrita por Wason Brazobán, le siguió un tributo a la ranchera mexicana. Vestido de Charro y con la imagen de José José en la espalda, cantó “El triste” y siguió con “Y qué hiciste el amor que me juraste”, ‘Amanecí otra vez en tus brazos” de Javier Solís y “Media vuelta”, También “Si nos dejan”, “Llorar y llorar”,”La Bikina” de Rubén Fuentes y “Cieloto lindo” de Quirino Mendoza y Cortés.
Sensible y bien logrado fue el homenaje a José Lima. Estampas del pelotero aguilucho fallecido recientemente, humedecieron miradas. “La vida es un abrir y cerrar de ojos. Lima qué grande fuiste y qué grande eres”. A la bachata “No me vayan a llorar” le siguió la “Cacata” y el “cuídate que no te pique una cacata, que si te pica, a ti te amarra”, que el mismo Lima cantó frente a la gente gracias a la bondad del video. Inolvidable los ojazos de aquel duende de siempre.
Santiago