Puerto Príncipe.- El sismo de 7.3 grados que el pasado martes sacudió al vecino país de Haití me sacó de la cotidianidad de mi hogar para convertirme en un protagonista de los hechos.
El director de este diario, Miguel Franjul, tomó de inmediato el mando de las operaciones de búsqueda de la noticia. Fue así como el subdirector Fabio Cabral me informó que por orden de la Dirección debía prepararme para cubrir los acontecimientos que se deribarían del terremoto por la zona de Jimaní.
Después de recibir una llamada de un amigo, Lesli Pinard, de que ya estaban llegando los heridos al hospital de Jimaní, llamé a mis compañeros de equipo, el fotorreportero Leo Santiago y al chofer Andrés Féliz, para decirles que debíamos partir de inmediato, contrariando la orden de que saliera hacia la frontera a las 6:00 de la mañana.
“Allá estaba la noticia y no podía esperar un minuto”. Cerca de las cinco de la madrugada ya estaba en el hospital de Jimaní con las primeras historias de tres dominicanos que sobrevivieron al derrumbe del hotel donde se hospedaban.
Antes habían rescatado los cuerpos sin vida de los ingenieros José Rafael Medina y Guillermo Peña, gerente general y encargado de la compañía que construye una de las carreteras en Haití.
Reportando y ayudando
Al enterarnos de que había un grupo de dominicanos detrás del portón en el paso fronterizo de Jimaní, conocido como “Malpaso”, nos dirigimos hacia allá y en el camino nos encontramos con él cuando traía a un compañero con una pierna destrozada.
Ayudamos a 15 personas a llegar a la parada de autobuses de Jimaní, de donde partieron a la capital. Al regresar a la zona de Aduanas nos encontramos con un grupo de representantes de la prensa internacional, que no podía cruzar porque el vehículo en que se desplazaban no estaba autorizado.
Fue entonces cuando decidí que debía cruzar, ir hasta Puerto Príncipe y nos fuimos todos. Recorrimos una ciudad devastada, llena de cadáveres, largas filas por el combustible y el agua y taponamientos que impedían ayudar a la población.
ENCONTRARSE CON LA TRAGEDIA CARA A CARA
Una de las primeras situaciones que encontramos en la ciudad devastada fue el colapso del edificio que alojaba a la constructora dominicana Elsamex- Mera, Muñoz, Fernández, S.A, donde se encontraban sepultados al menos ocho personas, algunas vivas.
Ahí permanecimos cuatro horas en el intento por rescatar con vida a Luis Bolívar Núñez, Manuel Lora y a Jimmy Saint Lois, los dos primeros dominicanos y el otro haitiano. Pese al gran esfuerzo de los compañeros que utilizaban equipos pesados cedidos por la compañía Estrella, los dos primeros murieron y el último fue rescatado vivo.
Fue una situación dramática porque habíamos hablado con ellos y suplicaban que los salváramos y que les pasaran agua, tal como lo hizo Jesucristo cuando estaba en la Cruz al borde de la muerte.
Al siguiente día nos preparamos para recibir al presidente Leonel Fernández en Jimaní. Nuevamente y a toda prisa nos dirigimos hacia el lugar de los hechos y ubicamos al mandatario junto a su homólogo René Préval, en el Aeropuerto Internacional de este país.
Durante el recorrido por la ciudad en pena, nos encontramos con algunas mujeres dominicanas, trabajadoras sexuales que imploraban ayuda para retornar a su país, ante la dificultad de no tener a mano su pasaporte. Los enormes tapones nos impidieron llegar a tiempo al local de la embajada dominicana, pero allá nos encontramos con nuestros compañeros Javier Valdivia y Jorge Cruz, a quienes el terromoto sorpendió en Haití y nos transmitieron sus vivencias.
Un día luchando con la muerte
Cuando se sobrepusieron al susto del sismo, los empleados de la empresa Elsamex Mera que se encontraban en la carretera Mirebalais-Puerto Príncipe, la cual reconstruyen, se dirigieron a sus oficinas para encontrarla destruida y sus compañeros sepultados.
En medio del dolor iniciaron el rescate para encontrarse con la desagradable realidad sobre la muerte de los ingenieros José Rafael Medina y Guillermo Peña, gerente general y encargado del proyecto respectivamente. Cuando cavaron un poco más oyeron voces, era la de Manuel Lora y el nacional haitiano Jimmy Siant Lois, quienes confirmaron que estaban vivos. Más de un día tardó la labor de rescate, incluso se le pasó agua y se habló con ellos pidiéndoles que resistieran.
Finalmente Lora no resistió y su cadáver fue recuperado junto al de Luis Bolívar Núñez, dos mujeres haitianas que trabajaban en el servicio administrativo y otro joven haitiano sin identificar.
Jimmy fue el único sobreviviente tras más de 24 horas de rescate.
Aunque con las dos piernas fracturadas, hoy se recupera en un centro médico.
Feliz reencuentro
Desde el mismo momento en que el terremoto comenzó a destruir la ciudad se integró a la ayuda de los demás. Era su obligación y su deber en su condición de miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado Haitiano. Pero cuando pudo regresar a su residencia, Andrés Doblan se enfrentó a su propia realidad, su casa estaba destruida y no estaba su joven esposa.
Comenzó a buscar entre los escombros a Noé San Luis, de 27 años, y no encontró su cuerpo, y en ese momento se llenó de sensaciones distintas. ¿Está viva o está muerta? ¿Dónde está su cuerpo o dónde se la llevaron si estaba herida?.
La información de un vecino le abrió un halo de esperanza: Ella no estaba en la casa. Había salido a su centro de estudio unos minutos antes de que ocurriera el fenómeno. Hasta allí llegó para volver a desplomarse, al igual como estaba el edificio de estudio.
Lo que siguió fue una búsqueda frenética de dos días y recopilando información cruzó la frontera y llegó hasta el hospital General Melenciano, de Jimaní, donde pudo encontrar a su amaba, muy herida, pero viva. La foto que acompaña esta historia dice más que lo que yo pueda agregar.
Moisés entre los escombros
Si el bíblico Moisés fue salvado de las aguas, el niño Anderson Delbil es el sobreviviente del sismo de los escombros cuando su vivienda colapsó por la fuerza destructiva del terremoto que afectó esta capital.
Cuando comenzó la catástrofe, su madre Oslena Frediztme tomó entre sus brazos a su hijo, de apenas un mes de nacido, y comenzó a correr hacia la puerta de salida. Le seguían sus otros hijos y otros niños de una amiga a quienes cuidaba.
Ni la madre ni dos de los niños pudieron conseguir su objetivo, pero antes de que un block le rompiera la cabeza lanzó hacia afuera a su pequeño Delbil. La historia fue contada por uno de los niños que sobrevivió.
El niño está con Cali de Yisel, la amiga de la mujer muerta y quien hoy como una prueba de gratitud se encarga del ciudadado de los niños en el hospital de Jimaní.
Cali dice que como su amiga les cuidaba a sus hijos, ahora que está muerta se encargará de cuidar los de ella.
Delbil tiene algunas fracturas en la cabeza y un brazo, pero se salvará, según el pronóstico de los médicos.