Escrito Por: Mercedes González //
2013/07/24 //
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La organización que agrupa a los
ingenieros, arquitectos y agrimensores dominicanos se empezó a debilitar
desde hace décadas cuando sus dirigentes empezaron a plegarse al poder
político y dejarse narigonear por las autoridades de turno. Ver PDF
EL Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores
(CODIA) no es hoy ni por asomo el gremio contestatario que fue en el
pasado. Permeado por la política partidaria, como ocurre con otras
organizaciones de profesionales, el partido político que ocupa la
Presidencia de la República decide quiénes lo dirigen.
El abandono de la mística de trabajo que caracterizó al CODIA desde
su creación ha generado el alejamiento de los miembros, algo que se
expresa en la baja participación de los colegiados en las elecciones
para elegir a las autoridades. En las últimas apenas votó el 11.4% de su
membresía. Acudieron a las urnas 3,144 miembros, de una matrícula de
27,434. El porcentaje de las votaciones en los primeros tiempos de la
entidad sobrepasaba el 35%, según sus exdirectivos, que hablan con
añoranza de las batallas contra la contratación de obras grado a grado
por parte del Estado, y el rechazo a las construcciones no prioritarias y
sin estudios previos.
Los exdirectivos rememoran la dedicación gratuita al trabajo para
mejorar la calidad de la profesión y resaltan el papel de Roque Napoleón
Muñoz (Polón), uno de sus fundadores, quien hasta el momento de su
muerte –en enero de 2011– se mantuvo denunciando sin descanso los actos
de corrupción de los gobiernos en la ejecución de los contratos y las
violaciones a las normas sobre compra y contrataciones.
“Desde hace más de una década los miembros de la plancha que se
escoge en el CODIA son preseleccionados en el local del Partido de la
Liberación Dominicana (PLD), y al concluir su mandato, los presidentes
salen con un contrato para una obra o un cargo en el Gobierno”, cuenta
el arquitecto Pedro Mena, director del Colegio Dominicano de Arquitectos
(CAD), constituido hace un año por un grupo de colegiados que se apartó
del CODIA.
“El CODIA, al igual que otros colegios profesionales ha sido asaltado
por los partidos políticos. Ha ocurrido desde hace más de 20 años, que
el partido que gobierna se infiltra en los colegios de profesionales
para tener directivas dóciles y que no les señalen sus desaciertos”,
dice Mena. Asegura que ese ha sido un proceso “triste”, porque aparte de
que se dejan de señalar los desaciertos, desprotegen el ejercicio
profesional que, en primer lugar, tiene un compromiso con la sociedad.
Hoy, cuando surgen denuncias sobre actos de corrupción en la
administración pública, las manifestaciones de la alta dirección del
CODIA son el silencio o la adhesión a los lineamientos de las
autoridades. Se puede destacar el apoyo del expresidente de ese
organismo, Teodoro Tejada, al proyecto Novo Mundo Siglo XXI, conocido
como “Isla Artificial”, una propuesta ampliamente rechazada.
El CODIA defendió ese proyecto con vehemencia, y en una vista pública
organizada por el Senado el 25 de noviembre de 2005 fue el único de 25
representantes de organizaciones diversas que encontró elementos
positivos en la construcción de una isla artificial.
Una postura similar asumió en el proceso de debate sobre la necesidad
de construir la primera línea del metro de Santo Domingo. El organismo,
asesor del Estado en materia de ingeniería, no solo levantó su voz para
apoyar la obra que también fue cuestionada por falta de transparencia,
sino que presentó unos estudios técnicos cuya existencia fue puesta en
duda.
Frente a denuncias de fallas y deterioro en el proceso de
construcción de esa obra, una comisión del CODIA –incluidos
expresidentes del gremio–, junto a la Oficina de Reordenamiento del
Transporte (OPRET), exhibió un sinnúmero de planos en una conferencia de
prensa realizada el 12 de mayo de 2007, en la cual desestimaban los
cuestionamientos.
Sin embargo, días después se divulgaban informaciones mediante las
cuales el director de la OPRET admitía que inició la construcción del
metro de Santo Domingo sin realizar una serie de estudios técnicos, a
propósito de un recurso de amparo interpuesto por el periodista Huchi
Lora. “Ahora se están pidiendo documentos que se sabe de antemano que no
están, y hay razones que explican el porqué y se empecinan en eso”,
dijo el funcionario entonces.
Frente a denuncia de los actos de corrupción que habría cometido
Héctor Rodríguez Pimentel durante su gestión en el Instituto Dominicano
de Recursos Hidráulicos (INDRHI) –un caso sometido a los tribunales en
2012 por la Dirección General de la Corrupción Administrativa (DPCA)– el
CODIA dio a conocer un informe exonerando al funcionario. Esto dio pie a
que Rodríguez Pimentel diera por cerrado su caso. “…en lo adelante es
el CODIA al que hay que acusar “, refirió.
Más de un exdirectivo del CODIA afirma que las posiciones de ese
colegio sobre los proyectos anunciados por el Estado son totalmente
diferentes a las que sustentaban durante los primeros 20 años de su
formación, cuando cada obra era escrutada por los profesionales, un
comportamiento que se observa en las publicaciones de prensa.
Entre las actuaciones oficiales cuestionadas por el gremio entonces
estuvieron las prácticas de otorgar obras de ingeniería grado a grado,
sus posiciones críticas en torno a las acciones de demolición de
edificaciones, estatuas u otros monumentos. El CODIA de ayer también
hacía propuestas para asesorar al Estado en la búsqueda de solución para
los diversos problemas nacionales, como la recogida de la basura en la
capital, y constantemente se llevaban a cabo seminarios sobre
reclamaciones y soluciones en la industria de la construcción y sobre el
déficit habitacional.
Desde su fundación, el colegio se mantuvo en alerta para que las
actuaciones de las autoridades se ajustaran a los principios de una
correcta administración. En 1964, dirigido por el arquitecto Leopoldo
Espaillat Nanita, emitió un comunicado al director general del Instituto
de Auxilios y Viviendas, en el que cuestiona las supuestas violaciones a
la legislación de concursos y sorteos de las obras de construcción del
Estado.
Otro tema de preocupación de esa institución fue el procedimiento
utilizado para la adjudicación de la construcción de la presa Rincón y
la forma en que fue concebido el proyecto Madrigal.
Estas actuaciones del CODIA se expresaban tanto interna como
externamente. En los congresos celebrados en aquella época, las
denuncias contra lo que llamaron el “odioso sistema grado a grado”
desplazaban a las demás conclusiones. Incluso, desde su fundación, la
erradicación de ese procedimiento fue considerada como una de sus metas
principales.
La apatía de los miembros del CODIA se manifiesta también en las
actividades que patrocina el gremio. Una prueba es la ínfima
participación en su cuarto congreso titulado “Construyendo el CODIA que
merecemos”, realizado el pasado mes de mayo, que resultó un esfuerzo
frustrado por reformar la institución.
La conformación de un nuevo colegio de arquitectos con más de 5,000
miembros es otro indicio de que los profesionales de la ingeniería y la
arquitectura no están conformes con el giro tomado por su organización
en los últimos años.
Esther Morillo, presidenta del CODIA.
Reclaman cuentas claras. En sus reflexiones sobre el
papel del CODIA, muchos de sus exdirectivos insisten en resaltar la
diferencia en su accionar actual con respecto al pasado.
Refieren que los que presiden ese organismo ya no dan a conocer a sus
colegiados los informes financieros y de gestión. Esta dificultad llevó
a un grupo de arquitectos a pedir una auditoría a la Cámara de Cuentas,
organismo que aceptó la petición aunque no especificó cuándo empezará
su trabajo contable.
Los colegiados más críticos también se quejan de que los servicios
de asistencia social, como pensiones y seguro médico, prácticamente no
funcionan y hablan de un enorme pasivo laboral.
En los tiempos de gloria del CODIA los exequátur de los profesionales
se diligenciaban ante el Poder Ejecutivo con eficiencia y prontitud.
Ahora hay denuncias de que más de 3,000 arquitectos no han logrado
obtenerlos.
La crítica más fuerte que aluden al CODIA hoy en día es que desde
hace más de dos décadas dejó de ser apartidista. Hasta mediados de la
década de 1980, los directivos del gremio no se identificaban con ningún
partido, y por esa razón cuestionaban de manera permanente los
desaciertos en la política de construcción del gobierno de turno. Hoy se
dice del gremio que “ni asesora ni cuestiona”.
Algunos aseguran que el secuestro del CODIA por los partidos en el
gobierno comenzó con la presidencia del dirigente reformista Caonabo
Javier Castillo (1987-1988). “A partir de entonces el CODIA no
cuestiona, calla”, expone el arquitecto Pedro Mena, quién dirige el CAD.
Detalla que en los últimos gobiernos de Joaquín Balaguer (1986-1996) se
les repartían muchas obritas a pequeñas empresas de ingenieros que, a
su vez, devolvían el favor en los procesos electorales internos del
gremio.
Aspiración
Los miembros del CODIA aspiran a que su gremio retome su función de
asesor del Estado y se elimine la influencia de los partidos políticos.
Añoran la implementación de cursos, seminarios y talleres para mejorar
la calidad de los profesionales de la ingeniería y la arquitectura.
Proponen como la mejor salida a la inercia en que se encuentra el gremio
la división por profesiones y que el pago de cuotas no sea una
condición para que los miembros puedan votar en las elecciones internas.
Los miembros del colectivo deben pagar en la actualidad una cuota
mensual de RD$100 y sólo 2,100 están al día, la mayoría reactivados a
partir de los concursos públicos para pequeñas obras del Estado
convocados por la gestión de Danilo Medina, sobre todo, para participar
en el plan de levantamiento de escuelas que realiza el Ministerio de
Educación en distintos puntos del país y que exige que los concursantes
estén colegiados.
La presidente del CODIA, arquitecta Esther Morillo, explica que para
este año el gremio presupuestó RD$133.3 millones, de los que ya ejecutó
RD$77 millones (57.8%). Estos recursos provienen de la aplicación de las
tasas del 1 y el 2 por 1,000 del valor de los proyectos públicos y
privados, establecidas en las leyes 6160 y 6201 que crean el CODIA; las
cuotas de inscripción por sorteos, peritajes y cursos. Pero dijo que
ninguno de esos informes es público.
La dirigente gremial tiene sus esperanzas puestas en el proceso de
reforma interna que se lleva a cabo en el CODIA, porque entiende que el
gremio debe adaptarse a los tiempos modernos. Por otro lado, dice que
hay un déficit presupuestario, pero que se le continúa ofreciendo
asistencia a los pensionados, envejecientes y mujeres embarazadas.
Finalidad del gremio
La Ley 61-60, que crea el CODIA establece entre sus finalidades:
• Vigilar el ejercicio profesional y velar por los intereses
generales de los profesionales que agrupa en su seno y en especial por
la dignidad, los derechos, deberes y mejoramiento de sus miembros.
• Servir como guardián del interés público y actuar como asesor del Estado en los asuntos de su competencia.
• Propugnar por el establecimiento de normas técnicas legales
especificaciones y leyes que deberían regir cualquiera de las fases la
elaboración de proyectos de de ejecución de obras, así como
subcontratación.
• Fomentar el progreso del arte, la ciencia y la técnica,
• Realizar o propiciar la actividad que considerase conveniente a los intereses nacionales y a los profesionales que agrupa.
Anhelos de reforma
Aspirantes a presidir el CODIA promueven sus candidaturas.
Entre las propuestas del IV Congreso con miras a reformar el CODIA se incluyen:
• Sacar la política partidista del gremio
• Que el presupuesto se divida en proporción a los ingresos de cada
núcleo (los fondos provienen de las tasas que le retienen a los
colegiados por las obras que ejecutan). Actualmente, a cada grupo de
profesionales se le asigna fondos de acuerdo con el presupuesto que
presente, sin importar los aportes por tasa.
• Al margen de los debates que se produjeron en el congreso, hay
colegiados que desde afuera plantean que se elimine como requisito que
para votar se requiera ponerse al día con el pago de las cuotas
mensuales, como forma de enfrentar la práctica de que los candidatos a
la presidencia del CODIA paguen los atrasos a los colegiados a fin de
que voten por ellos.
Se plantearon también las siguientes modificaciones a las leyes 61-60 y 62-01 de creación del CODIA:
1).- Que el gremio se convierta en una federación de colegios,
integrada por las distintas ramas profesionales que lo componen,
extender el período de gestión de uno a dos años y permitir la
reelección a la presidencia, condicionada a que no sea consecutiva;
2).- Incluir entre los requisitos para formar parte de los
puestos directivos no tener antecedentes penales, haber desarrollado un
ejercicio profesional ético e intachable, y tener especialidad o
maestría;
3).- Que el CODIA active su participación como miembro de la
Comisión Consultiva ante la Dirección General de Contrataciones
Públicas;
4).- Propiciar un lenguaje no sexista y una política de equidad de género y protección de colegiados envejecientes;
5).- Que el exequátur sea tramitado por el Ministerio de Educación Superior;
6).- Demandar que se fortalezcan las sanciones para penalizar a
los funcionarios que, aprovechándose de sus funciones, se auto asignen
obras o lo hagan a través de testaferros.
Arquitecta Maricela Vargas
Presidió
el CODIA en el período 1979-1980. Considera que en ese gremio se ha
perdido la mística e insiste en que se han abandonado los principios que
dieron origen al gremio. “En esa época había un grupo que se llamaba
Integración Codiana, compuesto por profesionales distinguidos que daban
todo su tiempo en busca de mejorar el ejercicio profesional”, rememora.
La arquitecta explica que, puesto que se exige como condición para votar
que los miembros estén al día en sus cuotas ante el gremio, los
aspirantes a la presidencia del CODIA pagan las deudas de los que se
comprometan a apoyarlos y así se imponen los que tengan más recursos.
“Esa distorsión se crea porque no se permite votar libremente, como lo
establece la Constitución. Yo pienso que todo el que es colegiado tiene
derecho a votar, deba o no deba”, refiere. Recuerda con nostalgia la
época en que entre los que dirigían el CODIA no primaba el interés
particular: “Nosotros trabajábamos gratis, no teníamos en la cabeza
luchar porque nos dieran una contrata (del Estado) ni un cargo
(público)”. Refiere que actualmente se puede observar que los
presidentes del CODIA pasan a desarrollar funciones en el aparato
estatal y al mismo tiempo se pregunta cuál es la función que cumple el
gremio frente al Estado. “¿En qué estamos asesorando nosotros al Estado?
¿Qué tipo de asesoría le damos como gremio?”.
Ingeniero civil Cristian Maluf
Encabezó
el CODIA en el período 1978-1979 y entiende que al gremio habría que
analizarlo en el contexto de la coyuntura política que se vivía en los
12 años de un régimen represivo como el de Joaquín Balaguer. “Era una
época de confrontación y la lucha del CODIA estaba encaminada,
principalmente, a que las obras del Estado fueran adjudicadas a través
de licitación, sorteos y concursos”, resalta. Con el cambio de gobierno
en 1978 las cosas variaron un poco. “Cuando vino el presidente Antonio
Guzmán hubo una cierta participación de los colegiados. Se abrió el
abanico, ellos empezaron a hacer licitaciones, concursos y sorteos, pero
amparados en el deseo de los funcionarios de turno, no porque hubiese
una ley que los obligara. A partir de ahí, se fue perdiendo la
importancia de lo que significaba la oposición a la adjudicación de
obras del Estado y se empezó a sentir cierta indiferencia”.
Maluf coincide con sus viejos colegas más críticos en que a partir de
mediado de los años 80, empieza a manifestarse cómo el CODIA abandona
las funciones que le dieron origen. “Hasta ese momento se había
mantenido totalmente alejado de todas las influencias políticas
partidarias y había actuado con total independencia defendiendo los
derechos de los colegiados y un ejercicio dentro de la ética
profesional”, expone. Explica que en las primeras décadas de existencia,
el gremio tenía una participación muy activa con respecto a cualquier
problema que requiriera la participación de la ingeniería. “Había que
hacerse presente, uno se mantenía atento desde el punto de vista técnico
para colaborar en el caso de que existiese cualquier problema”.
Arquitecto Manuel Muñoz Hernández
Invoca
los tiempos en los que el CODIA se mantenía en pie de lucha defendiendo
los intereses de sus afiliados. “En esos años hubo muchos ´cabezas
calientes´ que se dedicaron a buscar conquistas para el gremio, por
ejemplo, el ingeniero Roque Napoleón Muñoz, que en paz descanse… Porque
no es justo que siempre se esté beneficiando a dos o tres personas con
las obras del mayor constructor, que tradicionalmente ha sido el
Estado”.
Muñoz Hernández, al igual que sus compañeros, considera que el CODIA,
hace tiempo se apartó de los lineamientos que motivaron su origen.
“Ahora es otra cosa, no un gremio de profesionales”. También cuestiona
el hecho de que para votar se exija que el colegiado esté al día en sus
cuotas. “Es ilegal e inconstitucional, porque si para escoger al
presidente de la República yo no tengo que pagar impuesto ni estar al
día, tampoco debe serlo para el CODIA”. Dice que desde octubre del año
pasado ha estado solicitando la memoria de ejecución de los fondos de la
directiva anterior y que la actual gestión solo le ha hecho llegar
cuatro páginas sin ningún detalle.
El reporte que le facilitó el CODIA señala que recibió el año pasado
RD$130 millones, RD$51.3 millones de la tasa 1 por mil, del valor de las
obras ejecutadas por el Gobierno, que es el mayor aporte; y por la tasa
2 por mil, que son los proyectos del sector privado se pagaron RD$28.4
millones.
Dice que el CODIA dejó de cumplir la función que le corresponde:
“Ahora es mantenerse callado y como comodín con el gobierno de turno”.