Así lo perciben los comunitarios de los barrios altos del Distrito Nacional, quienes al ser preguntados por 7dias.com.do coincidieron, en su mayoría, en que los recién reforzados patrullajes solo se limitan a zonas concurridas, como avenidas y entradas del metro.
Cuando te agreden de manera injusta, uno se llena de impotencia y muchos quieren nada más que el otro sienta lo que tu sentiste, por eso cada día más los jóvenes se llenan de odio”.“Los agentes se colocan donde puedan estar a la vista; los barrios y los callejones están desamparados”, indicó un motoconchista del mercado de Gualey, quien prefirió no se identificdo. “Además”, continuó, “sólo trabajan hasta las seis de la tarde”.
Respaldado por el resto de sus compañeros, manifestó su inconformidad con el hecho de que deban abandonar el oficio antes de las ocho de la noche pues, afirma, “no hay quien pueda trabajar en esta zona si no hay seguridad y además no hay luces”.
Humberto Fabián, morador de Los Guandules, comparte una visión similar: “Las medidas no llenan las expectativas”. Consideró que los militares y policías reciben un sueldo “miserable”, lo cual no contribuye a superar las malas prácticas que se dan en el mismo seno de estos órganos de seguridad. “A esa gente se le está pagando muy poco, tienen que darle otro trato mejor y ellos lo saben”, afirmó, sugiriendo que los mismos agentes son parte de la maquinaria delictiva que azota los barrios dominicanos.
Agregó que la inseguridad ciudadana es un tema más complejo, que atañe otros aspectos sociales como la pobreza y la desigualdad, “la represión no lo va a solucionar”. De esta manera lo aprecia también un joven del barrio Capotillo, quien prefirió mantener el anonimato ante los medios: “Cuando te agreden de manera injusta, uno se llena de impotencia y muchos quieren nada más que el otro sienta lo que tu sentiste, por eso cada día más los jóvenes se llenan de odio”.
Capotillo y su “seguridad ciudadana”
El chico se refería a las acostumbradas redadas de agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) y no a las nuevas medidas de seguridad, pues, como expresó el teniente encargado del Destacamento de Capotillo, “el plan todavía no ha llegado a esta zona”.
Minutos después del joven ofrecer estas declaraciones, tres vehículos de la DNCD atravesaron la calle principal del barrio disparando hacia arriba, al advertir que se encontraba un equipo de prensa en la localidad los agentes abandonaron el sector. Ningún hecho particular motivó el altercado, aparentemente esta es la cotidianidad de los moradores de Capotillo.
“Esto es normal”, manifestó un vendedor de pollo asado de la zona. “Usualmente ellos se bajan de los vehículos y se llevan a todos los que están ‘en el medio’”. Un grupo de jóvenes que se encontraban en el área explicó que cuando allí se enteran de que los agentes se avecinan, entran a sus hogares o negocios para evitar ser agredidos.
Los motoconchistas de Capotillo aseguraron ser los más afectados por estas “redadas”. Denunciaron con sobrada ira que constantemente son golpeados y despojados de sus motores, sin justificación alguna, argumentan. Contaron que
es una supuesta práctica común de los agentes colocarles drogas para detenerlos.
Carlos Félix, dijeron, fue la última víctima de este tipo de maniobras. Félix, quien se encontraba presente, narró su historia: “Me agarraron ahí trabajando”, dijo señalando la acera de enfrente de la parada de los motoconchistas, “me subieron en la ‘guagua’ y allá aparecí con 10 gramos, tuve que pagar 20,000 pesos, que no tenía; es una injusticia, estamos trabajando aquí, no vendiendo droga”, alegó.
Seguridad y tranquilidad para quiénes
Si las medidas de seguridad tienen el propósito de llevar paz y tranquilidad a todos los sectores del país, los testimonios de las zonas más vulnerables del Distrito Nacional apuntan a que el plan no está cumpliendo del todo su cometido.
Allí donde carecen de seguridad económica, donde la ilegalidad es ley, donde comprar conciencias, de ciudadanos o policías, es una transacción cotidiana y reforzada, especialmente, en la temporada de “pascuas electorales”; allí no es “prioridad” este plan o ninguna otra estrategia que ataque realmente la inseguridad, producto de las injusticias, la exclusión y la marginalidad.