Santo Domingo.- Luis José Domínguez, esposo de Angelita Trujillo, arremetió contra tres mujeres, heroínas y víctimas de la dictadura de Trujillo, por los testimonios que ofrecieron a LISTÍN DIARIO para refutar el libro escrito por la hija del tirano.
En un extenso artículo titulado “Más de lo mismo”, Domínguez comenta las declaraciones de Asela Morel, Pilar Awad Báez y Dedé Mirabal.
Versión de José Domínguez:
María de los Ángeles Trujillo de Domínguez, autora de “Trujillo mi Padre, en mis memorias”, comenta en él la paulatina apertura y reenfoque de los medios al referir los eventos de la Era de Trujillo.
Dice Angelita: “Hay que poner en la balanza toda acción y hasta la intención si fuere posible de los hechos auténticos y serios y dejar que sea el fiel de la balanza, con los ojos vendados, como la dama de la jurisprudencia, la que en justicia distributiva señale el lugar jerárquico que debe ocupar cada quien dentro de la historia.
En ese orden y en honor a la verdad, es justo reconocer, que, finalmente, parece mostrarse ya la luz al final del túnel, los albores de un nuevo amanecer. En el lejano horizonte asoman ya los destellos del sol naciente.
Es notorio y esperanzador que bajo la autoría de plumas veraces se están editando obras cuya objetividad refleja el debido respeto a la ética de tan ennoblecedora profesión, toda vez que la historia es ciencia y no pasión.
Reconozco el encomiable valor requerido para salir en defensa de la justicia cuando la injusticia tiene tanto poder. Al escribir soberanamente los autores se convierten automáticamente en blancos de los franco-difamadores al acecho que al momento se rasgan la vestidura y al grito de “¡Anatema!” se lanzan prestos, a cazar al desleal. Inquisidores, arremeten contra los infieles que escriben saliéndose del molde requerido.
Horma siniestra articulada para mantener vigente la anti-historia. Es triste y hasta vergonzoso que todavía hoy tengan vigencia estos autonombrados fiscalizadores del pensamiento y expresión del dominicano. Es una manifiesta obsesión patológica que no entiendo, porque rechina ya como una carreta desengrasada.
Todo esto hace que sean doblemente meritorios estos esfuerzos literarios, serios y laboriosos pues constituyen en sí la rehabilitación de una historia menguada. Autores que escriben inspirados en la ilustración y orientación.
El mar, durante la resaca se retira y cede espacio, pero luego regresa con la marea a recobrar todo el terreno perdido. Lo mismo pasa con la historia ante la mentira, se retrae por la ausencia de probidad y pureza; pero después, termina la resaca, y regresa a recobrar todo lo que había perdido”.
Ese proceso, tan natural como la ley de la gravedad está en marcha, y como cita Angelita, el flujo de la historia regresa ya como el mar, con su impetuosa marea en busca de sus valores a rescatar la autenticidad de sus virtudes perdidas que brotaran al renacimiento de la verdad.
Bajo esos principios surge, “Trujillo mi PadreÖen mis memorias”, obra cultural escrita con riguroso apego a la historia. Sin embargo, un sector recalcitrante que estima la libertad de expresión como un privilegio de ellos y no un derecho constitucional de todos y ante el temor generado por las contundentes exposiciones contenidas en esta obra, se siente agraviado al ver amenazados los laureles y parabienes que tan generosamente produce el “Martirologio”.
Conmovidos, han activado una agresiva campaña con el virtual interés de mantener vigente la anti-historia de la que tan espléndidamente se ha nutrido este archiconocido sector. Torpemente han recurrido a la intimidación y hasta la violencia con tal de que esta obra no llegue a manos del pueblo dominicano.
En vista de tan incivilizada reacción, de irrespeto a la ley y a los más elementales principios de los derechos humanos, estimo oportuno insertar aquí DOS párrafos como lo establece la Convención Americana sobre este tema:
(2.) Toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir información y opiniones libremente en los términos que estipula el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Todas las personas deben contar con igualdad de oportunidades para recibir, buscar e impartir información por cualquier medio de comunicación sin discriminación por ningún motivo.
(9.) ... la intimidación, amenaza a los comunicadores sociales, así como la destrucción de material de los medios de comunicación, viola los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión. Es deber de los estados prevenir e investigar estos hechos y sancionar a sus autores y asegurar a las víctimas una reparación adecuada.
Continuamos viendo cómo se han activado los “franco-difamadores al acecho” y puesto en práctica otras maniobras mediáticas utilizando argumentos repetidas veces vistos y oídos. Este es el punto de las “entrevistas”, eje de este comentario.
Estas pueden ser sublimes y muy efectivas, pero en su primera “andanada” les fue muy mal, debido a la pésima escogencia como fue la presentación de la hija de Pilar y Jean Awad. Para la segunda ocasión, es consecuente reconocer que acertaron con la selección de una dama en todo el sentido de la palabra. Ante la atinada opción “me quito el sombrero”, como solía decir mi papá.
Era yo estudiante en la escuela Normal de Santiago y por esos años mi mejor amigo era Eduardo Lirio. Recuerdo que se enamoró de la que más tarde sería su esposa, Dafne González, excelente muchacha proveniente de una intachable familia santiaguera.
Fue entonces cuando, por su vínculo familiar con Dafne, escuché por primera vez el nombre de la doctora Asela Morel; Angelita, mi esposa, me dice que conoció a la doctora Morel durante el tiempo que ella vivió en la residencia del Lic. Rafael Bonnelly en ciudad Trujillo. Por ese tiempo, Angelita fue paciente de la doctora Asela Morel. Puedo y debo confesar que jamás he oído palabra alguna que no sea de encomio para la distinguida dama.
Desafortunadamente la doctora Asela Morel formó parte de un grupo subversivo que planeaba el asesinato del Jefe de Estado. En cualquier lugar del mundo, desde el Océano Ártico hasta el Cabo de Hornos, todos los países tienen leyes radicales promulgadas para inculpar a toda persona que colectiva o individualmente intente o atente contra la vida de su gobernante.
Aquí, en los Estados Unidos, el hecho de proferir una amenaza contra el Presidente, aunque sea bromeando, es para pasarlo severamente mal. De manera que al develarse la conspiración, lamentable pero inevitable, todos los implicados tuvieron que ser detenidos y conducidos para el debido interrogatorio y procedimiento judicial.
Durante la reciente entrevista reluce el perfil de integridad y honestidad de la distinguida doctora Morel. Sin ambages relata que fue interrogada una sola vez y que “no le pusieron la mano”, y refiere más adelante que cuando ella y otras damas implicadas fueron perdonadas por el generalísimo Trujillo, le dedicó una sonrisa sarcástica al Jefe. Eso de la sonrisa lo creo porque hasta ese lujo se podían dar las mujeres con el presidente Trujillo.
Angelita habla en su libro de las muchas consideraciones de que fue objeto la mujer en el gobierno de su padre. Comenta cuando en 1942 se sumó al reducido grupo de países que reconocían el derecho al voto a la mujer, así como los relevantes cargos que ocuparon las mujeres durante su gobierno: la primera senadora, gobernadora, embajadora y así sucesivamente. Es por ello que cuando al comandante de la Base Aérea de Santiago, general Echavarría, le informan de la muerte de las hermanas Mirabal, se puso de pie a la vez que exclamaba “¡Eso no fue el Jefe!Ö ¡el Jefe no mata mujeres!”.
La doctora Asela Morel, por cuales fueren las razones que le indujeron a involucrarse en las actividades antes mencionadas, es digna de ser reconocida por sus virtudes y nobleza sin par, pues hizo lo que hizo por ideales auténticos y puros, no en busca de vanaglorias ni tras el lacerante lucro que asedia las arcas del Estado. No se me ocurre ahora de quien más se pudiera decir lo mismo.
La prensa del 5-4-10 trae la tercera andanada bajo el título de “Sobreviviente del régimen”. En verdad que es admirable observar cómo esta dama de ochenta y cinco años puede imprimir tan conmovedor dramatismo a su narración. Es conmovedor cómo esos niños podían distinguir el “chucuchu” de los carritos Volkswagen del servicio de inteligencia y cómo temblaban por temor de que los fueran a coger presos. Sabían además de “una gota de agua en la cabeza” o que lo podían “matar de un corrientazo en la malvada silla”.
Es admirable también cómo cuenta el sufrimiento que pasó al saber que su sobrino “se había pasado toda la noche corriendo” y temía que “los militares le fueran a arrancar el cuero a latigazos” o bien que hecho preso este joven le fuera a decir a los militares “mátennos a todos”. Todo ello trajo a mi memoria una pregunta que me hiciera Graciela, una señora cubana que conocí incidentalmente hace unos meses: coronel Domínguez, ¿es cierto que durante esos bautizos que hacía Trujillo en el Palacio los fines de semana, si un niño lloraba, Trujillo lo mandaba a matar?
Y me pregunto: ¿Cómo es posible que se haya podido volcar tanta infamia sobre el albañil que construyera nuestra Patria dominicana?
Vayamos ahora a la historia. Relata la señora Dedé Mirabal que fue bailando el merengue, “AyÖTana, La Maricutana” que Minerva intercedió con el Jefe para que indultara a Periclito Franco y dice que el Generalísimo le contesto: “Pero ese es el peor comunista que hay en el país”. Angelita en su libro transcribe de la obra “La Era de Trujillo” del profesor Galindez, en la que define a Periclito como “el máximo dirigente comunista en el país”.
De paso recuerdo que por esos años se comentaba que la señorita Mirabal era novia o prometida de este destacado dirigente comunista. Pero lo que no concuerda en esta historia es lo del merengue que la joven Minerva bailaba con el Jefe. Ese merengue no era del estilo del Generalísimo, para confirmarlo me he permitido entrevistar algunas personas del círculo más íntimo y el resultado es el mismo: la orquesta de Luis Alberti jamás tocó ese tipo de música para el Jefe.
En la entrevista la señora Mirabal desmiente la fantasiosa versión de que Minerva le diera una galleta al Jefe (si se lee en el libro de Angelita, el relato de la entrevista de Pierino Gamba con el Jefe queda bien claro que ese incidente jamás pudo haber ocurrido). Niega también la absurda versión de que la señorita Mirabal se negara a seguir bailando con el Jefe.
Aunque sí atribuye a esa conversación con Trujillo “la desgracia de la familia que desencadenó la muerte de la ñatrevidañ Minerva”. Al final comenta que esa fiesta fue en la hacienda Borinquen el Día de la Raza de 1949. Aquí me surge otra interrogante. ¿Es decir que por esa conversación el Jefe esperó once años para matarla? Tampoco armoniza con las aludidas provocaciones de la señorita Mirabal, las proferidas en el inspirado discurso que pronunciara años después el 8 de diciembre de 1953, que transcribo del periódico El Caribe de la fecha:
“Que fatigada y sedienta por una lucha de siglos, esta Patria de nuestros amores había sido víctima de todas las traiciones y había recorrido toda una larga calle de amarguras, con la pesada cruz de muchas ingratitudes a cuestas. La época luctuosa que siguió a su nacimiento rosado de ideales, retrasó su crecimiento, aniquiló su infancia y destrozó su corazón en las guerras fratricidas.
Hoy puede, al fin, levantar la frente con orgullo y proclamar ante el mundo libre, que ha alcanzado la felicidad que tanto anhelara para ella el padre augusto Juan Pablo Duarte. ¡Contemplad el hermoso panorama del bienestar nacional! Trujillo, cual surtidor inagotable, ha colmado esas ansias de felicidad y, adelantándose a su época como los grandes predestinados, realiza en veinte años el sueño de un siglo.”
A fines del año 1960, ya esposa del señor Manolo Tavares Justo, indultada ella por el Generalísimo, sostiene tres entrevistas con el general Ramfis Trujillo en la casa de Boca Chica gestionando un perdón para su esposo, quien a su vez, había sido también discípulo del ya mencionado Pericles Franco. Poco tiempo después ocurrió el desafortunado y horrendo crimen.
Piénselo usted distinguido lector. ¿En qué podía este crimen beneficiar al gobierno? Y a quienes sí que les cayó como anillo al dedo.
Angelita en su libro “Trujillo mi PadreÖen mis memorias” transcribe datos y declaraciones fidedignas que aportan una versión diferente a las sostenidas durante casi cincuenta años. Si yo fuera un doliente directo de estas infortunadas muchachas, después de leer la versión documentada y lógica de esos hechos poco me importaría despojarme de lo productivo que haya sido la versión ofrecida hasta ahora, y exigiría una exhaustiva investigación para llegar al meollo de este lamentable crimen.
Para concluir, un conocido comentarista dominicano dice que el año próximo se va a cumplir medio siglo de la muerte del Generalísimo. Sin embargo, hoy, más que nunca, sigue vigente la Era de Trujillo. Se va por la tangente y sugiere algunas fórmulas para determinar la causa del fenómeno Trujillo.
La respuesta es simple: permitir el curso natural de la historia. ¿Por qué en este siglo de las libertades se le niega al pueblo conocer los treinta años más prósperos de su historia? ¿Por qué tiene que ofrecerse a los dominicanos una historia deformada? El pueblo se siente víctima de una mala jugada, pues saben los dominicanos que tienen pendiente una deuda de gratitud con quien fuera su más grande hacedor. Su artículo es el más patente ejemplo de una historia distorsionada, irresponsable y caricaturizada. Hace falta seriedad, profesionalismo y conciencia de una labor tan noble como es el periodismo.