La muerte, la droga, los secuestros eran moneda corriente en la vida de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias "Popeye", al lado de Pablo Escobar hasta su detención, en 1990. El único sicario vivo del fundador y líder del cartel de Medellín contó a un importante medio de comunicación local las vivencias de esa época, en la que mató a unas 300 personas y participó de "alrededor de 3,000 muertes".
La revista Semana publicó la entrevista hace diez días, al anunciar la inminente liberación de Popeye, de 51 años, aunque poco después se informó que todavía tenía que pasar siete años más tras las rejas, en una de las cárceles de mayor seguridad en Colombia. Su relato es escalofriante para el público, aunque no tanto para él, para quien Escobar es "un genio" al que no considera un asesino porque "no mató a más de 20 personas en toda su vida".
"Yo personalmente creo que [maté a] alrededor de 300. Pero he participado y coordinado alrededor de 3000 muertes", comentó el sicario de Escobar, quien recién ahora comienza a dimensionar lo que ha hecho.
"Yo sentía que estaba en una guerra justa contra la extradición y que en esa guerra todo se justificaba. Ahora veo las cosas dentro de otra perspectiva y me parece increíble lo que hice y lo que ha sido mi vida", dijo.
"Pablo Escobar era un genio, tal vez un genio del mal, pero en todo caso un genio", opinó sobre su jefe, quien fue abatido en 1993. "Tenía una mente privilegiada y un detector de mentiras en el cerebro. Si usted decía algo que no era verdad, inmediatamente lo captaba. Y eso podía costarle a uno la vida", agregó.
"[Escobar] Inspiraba una lealtad infinita en todos los que creíamos en él. Yo llegué a creer que era inmortal. El día más triste de mi vida fue el día que lo mataron", dijo a Semana.
Además, Popeye consideró que el jefe narco de uno de los carteles más peligrosos de Colombia "no era un asesino". "Yo creo que él no mató a más de 20 personas en toda su vida. Él ante todo era un líder, un organizador de bandidos y un gran secuestrador", dijo y comentó que el jefe narco "murió sin un peso". "Tenía edificios, fincas, diamantes y cuadros, pero cero liquidez", agregó.
El sicario explicó que los secuestros eran necesarios para costear las guerras que mantenían con el gobierno de Colombia, el de Estados Unidos, el cartel de Cali y los Castaño. "Como traquetear se volvía difícil, el patrón [Escobar] decidió que la fuente de financiación iba a ser los secuestros. Secuestramos a nuestra propia gente, a la clase dirigente antioqueña y al que fuera", explicó.
"Matar a una persona a la cual uno adora"
Cuando Escobar daba una orden, Popeye la cumplía, sin importar el blanco. Incluso tuvo que matar a su propia novia, como confirmó en la entrevista.
"Es uno de los episodios más dolorosos de mi vida. Ella se llamaba Wendy Chavarriaga. Era una mujer muy hermosa, podía ser una reina de belleza. Ella había sido novia del patrón, pero quedó embarazada y para él la familia era sagrada. Un hijo fuera del matrimonio era impensable. Entonces la hizo abortar a la fuerza y a partir de ese momento ella decidió vengarse. Como yo la había conocido, nos encontramos una vez en una discoteca, comenzamos a salir y nos enamoramos. Como al patrón había que informarlo de todo, le pedí permiso para ennoviarme con ella, me lo dio, pero me dijo que tuviera cuidado", relató Popeye.
"Resulta que ella en su obsesión de vengarse del patrón por haberle hecho perder el niño se volvió informante del bloque de búsqueda. Y el patrón, que tenía su servicio de inteligencia por todas partes, llegó a grabarle una conversación en la cual ella estaba hablando con un tipo que tenía contactos con la DEA. El patrón me llamó, me puso el casete y me dio la orden. «Popeye, vaya y mátela». Como las órdenes no se discutían, me tocó. Usted no sabe lo que es matar a una persona a la cual uno adora", continuó.
A Popeye también le tocó matar a su mejor amigo, Quico Moncada. "En el mundo nuestro uno siempre está listo para esas cosas. Cuando uno es bandido, la muerte le puede llegar en cualquier momento. Uno tiene una preparación para eso diferente que el resto de la gente. Yo esposé a Quico y lo bajé al sótano. Él era muy varón y lo único que me dijo era que si podía leerle algunos salmos de la Biblia antes de disparar. Conseguí la Biblia y le leí todo lo que me pidió y después de eso le metí un tiro", relató.
El secuestro de Pastrana
Uno de los secuestros célebres que llevó a cabo Popeye fue el del entonces candidato a la Alcaldía de Bogotá Andrés Pastrana, quien después fue presidente de la nación.
"Entré a su oficina cuando era candidato a la Alcaldía. Le puse un revolver enfrente y bajé con él las escaleras con el cañón contra su cabeza. Él estuvo valiente y tranquilizó a toda la gente en el edificio que estaba horrorizada. Jaime Garzón, que también estaba ahí, al ver que era un secuestro, pidió que también nos lo lleváramos. Uno de mis hombres le pegó una patada y le dijo que el asunto no era con él", contó.
"La verdad, él estuvo muy controlado mientras creía que éramos un comando del M-19. Lo metí en un baúl de un carro, y el hombre, tranquilo. Después lo metimos en un helicóptero y seguía controlado. Pero él en un momento dado se dio cuenta de que lo estaba engañando. Yo soy muy bruto y él es muy inteligente. Entonces me frenteó y me pidió que le dijera quiénes éramos. Cuando le dije que estaba retenido por orden de Pablo Escobar, se derrumbó. Ahí se le acabaron las fuerzas", agregó.
Los asesinatos a policías
Una de las costumbres de Pablo Escobar que llamó la atención de los medios fue la de ponerle precio a las cabezas de los policías. Popeye contó que ese hábito se originó cuando mataron al cuñado del "patrón", como él lo llama, en una fiesta con un equipo femenino de básquet.
"El patrón quería tanto a Mario [Henao, su cuñado] que se derrumbó cuando se enteró de la muerte. Al otro día nos citó y nos dijo: «Vamos a matar policías. Eso es más útil que matar jueces porque finalmente son ellos los que nos llevan donde los jueces». Y nos dio la tarifa: 2 millones por policía, tres por sargento, diez por teniente, 30 por mayor, 50 por coronel y 100 por general", señaló.
"Yo directamente [maté] a unos 25. Pero yo dirigía casi todos los operativos y yo creo que en total matamos unos 540", precisó.
La entrevista con la revista terminó con una reflexión del periodista y otra de Popeye.
Semana: Cada respuesta suya es más macabra que la anterior. Sorprende la tranquilidad con la que usted enfrenta su nueva vida al salir de la cárcel. ¿Qué le gustaría hacer en el futuro?
Popeye: Me gustaría usar mi experiencia para contribuir en el posconflicto. Lo que yo he vivido no lo ha vivido nadie. Fui sicario de Pablo Escobar. Fui compañero de celda de los peores enemigos de Pablo Escobar. He sido amigo o enemigo de todos los muertos de las guerras recientes de Colombia. Todo eso me da un conocimiento y unas experiencias que creo se pueden canalizar hacia algo constructivo. Quiero enseñarles a los jóvenes de Colombia que no tienen por qué vender sus vidas por un Mercedes-Benz o por los cucos de una reina de belleza, como hice yo. Ojalá que me den esa oportunidad.
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