Lamento. Escenas de dolor eran vividas ayer en el sector El Valiente, de donde procedían la mayoría de las víctimas del accidente en el autobús que cayó al mar. |
Santo Domingo.- Los rostros temerosos y los gritos de dolor y auxilio de los 28 pasajeros que se estima iban en el autobús que cayó la noche del viernes al mar, en su mayoría mujeres, aún no salen de la cabeza de José Gil Lugo, uno de los sobrevivientes de la tragedia, quien salvó su vida arrojándose por una de las ventanillas del vehículo.
Mientras José narra su historia, el dolor no es ajeno a ninguna casa ni habitante del sector El Valiente, en Santo Domingo Este, donde residían casi la totalidad de las víctimas. Allí los vecinos van de una casa a otra cumpliendo con los familiares donde son velados los cadáveres.
En una sola casa era llorada la pérdida de la bisabuela y dos biznietos, uno de dos meses de nacido y una niña de tres años. La madre de los niños, que también iba en el autobús, sobrevivió milagrosamente, pero bajo sedantes repite que tenía el bebé en brazos y que cuando iba a buscar la niña, el mar se la arrebató, y que cuando ella también se ahogaba alguien la rescató.
José presenta golpes en una de las piernas y en varias partes del cuerpo, pero pese a ello y aunque no es buen nadador, asegura que pudo salvar la vida de por lo menos cuatro mujeres que clamaban auxilio, pero luego los dolores empezaron y las fuerzas le fallaron.
“Cuando vi que la guagua iba a caer por el precipicio yo me programé, yo dije yo no me voy a quedar dentro de la guagua, en el impacto cuando la guagua cayó que dio una vuelta y quedó con las cuatro gomas para arriba, ahí fue que casi todo el mundo se mató, y antes de que la guagua cayera yo salté, cayendo al agua”, cuenta.
Dijo que no vio personalmente al chofer, pero los que estaban delante dicen que se desmayó, y que él como chofer también se dio cuenta que el vehículo no hizo ademanes, sino que quedó sin control. Asegura que en el autobús no había personas paradas y que los pasajeros eran unos 28.
“Eso fue terrible, la mayoría eran mujeres, cuando íbamos derecho al mar, era desesperante, algunos se tiraron, y otros cayeron, pero el mar estaba revolteado, una ola me sacó y aún así pude sacar algunas personas”, asegura.
En la calle primera era velada Antonia Alcántara, de 52 años, quien trabajaba en una casa de familia en la capital, y viajaba todos los atardeceres a su casa. Su hijo Apolinar Sánchez se queja de la tardanza en llegar que tuvieron las autoridades de rescate. “Mucha gente se pudo salvar, pero quienes ayudaron fueron los motoristas que iban pasando, porque la gente del rescate duraron dos horas para llegar”, dice entre lágrimas.
En otra casa cercana, María Cristina Lantigua lloraba desesperadamente la muerte de su madre Margarita Arias Pérez y de sus dos nietos Clariseli, de tres años y Manuel David, de dos meses. El cadáver de la niña fue recuperado en horas de la mañana de ayer de las aguas del mar.
En el sector también era velada María del Carmen Pichardo, de 39 años, madre de tres hijos, quien trabajaba en una casa de familia.
“Aquí ni hambre le ha dado a la gente hoy, porque es el barrio entero que está de luto”, expresa Silvestre Bello, queriendo evidenciar el nivel de dolor que embarga a ese sector.
Aurelina Galán y Manuel Martínez, hablando en nombre de los vecinos de El Valiente, reclamaron de las autoridades construir un muro de contención, el cual, entienden, hubiese evitado esa tragedia.
Cobrador
Las versiones de que el chofer Roberto Familia se sentía mal y le dio un infarto, eran las que más repetían testigos y familiares de las víctimas, y eso es lo que piensa además el cobrador del autobús, Jonael Martínez, quien no cayó al mar porque cuando vio que el vehículo tomó esa ruta se lanzó.
Dijo que él no pudo saber si el chofer se sentía mal, porque no le comentó nada antes de salir. Aseguró que iba despacio porque ese chofer, con quien trabajaba desde hacía un año, no corría mucho. “Él siempre me decía cuando íbamos en la autopista, yo dejo que me pasen mejor 10 guaguas delante, porque esto como quiera no corre”, agregó.
“Él venía muy bien en la guagua, se iba a parar como a coger un pasajero y entonces vi que iba derecho al mar, y entonces yo me tiré”, narra. Dijo que en el vehículo se transportaban 28 pasajeros.
Ayer, el director del Instituto de Patología Forense, Santo Jiménez Páez, informó que de los fallecidos en el accidente el único que sería sometido en horas de la tarde a una necropsia sería el chofer, para determinar si presentó algún problema de salud.
Rescate
Con la recuperación a tempranas horas de la mañana del cadáver de una niña de tres años, suman 11 los fallecidos en la tragedia, mientras por el momento uno más subía a la superficie, pero volvía a sumergirse, impidiendo ser sacado dadas las dificultades de la zona y el alto oleaje.
Miembros del Departamento de Investigación de Accidentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) descartaron que el accidente haya sido provocado por fallas mecánicas del vehículo, como se presumía.
El teniente coronel Rafael Tejeda Baldera, comandante del Departamento de Investigación de Accidentes de la Amet, señaló que las investigaciones premilitares hechas a los restos rescatados del vehículo descartan que haya sido algún neumático que haya salido o explotado y que tampoco se rompió la varilla del guía.
En ese sentido indicó que las causas habría que buscarlas por razones humanas, pero no mecánicas.
El oficial explicó que seguirán investigando para determinar a qué velocidad se desplazaba el chofer, pero que por la forma en que se precipitó el autobús se entiende que no iba a alta velocidad, pero que en la Amet harán las investigaciones para determinarla. Doris Pantaleón
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