Son las huellas que ellas dejaron para que la sociedad no se olvide de sus sufrimientos y sus luchas por lo que hoy son las libertades públicas.
Los hijos de Patria, Minerva, María Teresa y la sobreviviente Dedé Mirabal crecieron bajo el terror de los rastros de la dictadura, tras el ajusticiamiento del tirano, y así fue que se enteraron de los horrores que se cometieron contra sus madres y contra miles de hombres que gastaron su juventud por una patria libre.
A una sola voz entienden que sus heroínas murieron para que nadie tuviera que sacrificarse ni morir más, y que lucharon junto a los hombres del Movimiento 14 de Junio, vilmente torturados y asesinados la mayoría, tratando de eliminar una época de oprobio y de falta de libertad.
Los frutos de los vientres de las hermanas Mirabal aspiran a que haya una sociedad donde nadie se tenga que morir para que otros puedan vivir. Quieren una sociedad con héroes cotidianos, no mártires, porque entienden que cuando se requiere de eso es porque las cosas no andan bien.
Los hijos de las heroínas sepultadas piensan que cuando una persona toma la decisión de dar lo más valioso que tiene, que es su vida, hay que respetarla y valorarla en el punto más alto del heroísmo.
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