La alegría con la que afrontamos el día depende mucho de nuestra dieta
SD. Se acostumbra pensar que gozar de un buen estado de ánimo depende sólo de las preocupaciones del momento o de la personalidad del individuo.
Sin embargo, al margen de lo anterior, la alegría con la que afrontamos el día depende mucho de nuestra dieta y lo que comemos. La apatía, la irritabilidad, los cambios de humor pueden tener su origen en una dieta desequilibrada y carente de ciertas sustancias con efecto sobre la química cerebral. De hecho, los efectos de una alimentación limitada o inadecuada sobre el estado de ánimo están bien documentados.
La carencia de vitaminas del grupo B, está asociado a síntomas como depresión e irritabilidad. Y lo mismo sucede con los micronutrientes minerales, ya que su deficiencia se ha relacionado con la incidencia de depresión y otros estados de ánimo negativos.
Por otra parte, existe un efecto anímico de los alimentos que no tiene nada que ver con su composición, sino que guarda relación con las expectativas y las emociones implicadas.
Los alimentos que se comen por obligación, o preparados con poca gracia, ni alegran, ni animan, por muy sanos que sean o por buenos que estén.
El secreto de la dieta para el buen humor se encuentra en la combinación de alimentos que proporcionan ciertos nutrientes y su preparación en el marco de unos menús equilibrados.
¿Cuáles alimentos nos hacen felices?
El yogurt: posee varios componentes que influyen en la regulación del estado de ánimo: vitaminas del grupo B, magnesio, zinc, triptófano y vitamina D. Por otra parte, el yogurt aporta bacterias vivas que evitan el estreñimiento.
Se sabe que las personas que no sufren de este problema se sienten más despejadas y de mejor ánimo... Pan de centeno: el desánimo puede tener su origen en un déficit de vitaminas del grupo B. Una buena forma de obtenerlas es con unas cuantas rebanadas diarias de pan integral de centeno que, además de lo anterior, proporcionan carbohidratos de absorción lenta, el tipo de energía constante que sostiene el tono anímico.
Semillas de calabaza (o auyama): los frutos secos y semillas contienen ácidos grasos y minerales con efectos beneficiosos sobre el sistema nervioso, pero las semillas o pipas de calabaza destacan por su altísimo contenido de zinc, un mineral esencial para el funcionamiento del sistema inmunológico, para la salud del sistema reproductor masculino y para la formación de hormonas y neurotransmisores.
También aportan hierro. Lechuga: resulta de inestimable ayuda para conservar la sonrisa debido a su excepcional contenido de ácido fólico. Los síntomas de carencia se reflejan en forma de fatiga excesiva o irritabilidad.
Dátiles: cada uno es una bomba de energía que incrementa la liberación de insulina.
Esta facilita la llegada del triptófano al cerebro y su conversión en serotonina, un neurotransmisor que produce sensación de bienestar. Guineo: Los deportistas recurren al guineo con el fin de obtener una dosis de energía para las dos horas siguientes. Resulta ideal como tentempié o merienda.
Además, posee triptófano. Semillas de girasol: contienen proporciones extraordinarias de magnesio y fósforo.
El magnesio es imprescindible en el proceso de obtención de energía a partir de los alimentos y en la síntesis de proteínas. Otros alimentos que contribuyen al bienestar anímico son los piñones, el aceite de linaza, las nueces de Brasil, la avena, el huevo (especialmente la yema), el tofu, las semillas de ajonjolí y las almendras. ¿Alguien dijo chocolate?
¿y el agua?
Un estudio realizado en Inglaterra comprobó que la principal diferencia entre las personas que afirmaban sentirse animadas y las desganadas era el consumo de agua.
El cansancio es el principal síntoma de una deshidratación que pasa desapercibida. Se evita bebiendo un vaso cada dos o tres horas.
Las personas animadas también comen más alimentos vegetales, frutas y pescado azul; se ejercitan regularmente y duermen lo suficiente. Inténtelo... ¿por qué no?
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