Se le llamó el Año del Pitcher y las pruebas son fehacientes. Seis juegos sin hits fueron lanzados durante la temporada regular, dos de los cuales con etiqueta de perfectos. La cuenta en realidad debió haber sido de siete y tres, pero el umpire Jim Joyce se lo negó a Armando Galarraga cuando decretó quieto a un corredor que hubiese sido el último out.
Por extensión, la culpa también corresponde a los personeros de las Grandes Ligas que neciamente se resisten a emplear el uso del vídeo para evitar tales polémicas.
Hubo alguien que tiró dos juegos sin hits. Ese fue Roy Halladay, con uno perfecto en la campaña regular y luego en su primera salida en un partido de playoffs, para convertirse en el segundo hombre en la historia que lanza un partido sin hits en postemporada desde que Don Larsen lo hiciese en la Serie Mundial de 1956.
Ustedes dirán que estoy parcializado, pero solo hay que fijarse en la calidad de lanzadores que hay.”
También se estableció el mejor porcentaje de carreras limpias permitidas y el promedio de bateo más bajo desde 1992.
La postemporada simplemente sirvió para ratificar la supremacía desde el montículo, con ocho blanqueadas en 32 partidos para igualar el récord previo con la misma cantidad de partidos en 1981, según STATS LLC.
Vaya cambio radical con respecto a la Era de los Esteroides que imperó en las mayores, con juegos que se decidían a punta de batazos descomunales.
Las atracciones en los estadios ya no son los enormes palos de Barry Bonds, Sammy Sosa y Mark McGwire, sino las joyas de pitcheo de gente como Halladay, Félix Hernández y Tim Lincecum.
Sin timidez para soltar su opinión, Ozzie Guillén fue quien mejor conjeturó sobre el giro.
“Quizá es que se acabaron los esteroides”, dijo el manager venezolano de los Medias Blancas durante el curso de la campaña. “Ahora mismo el pitcheo es mucho mejor.
Ya lo había dicho hace unos años, el béisbol iba a volver a ser dominado por pitcheo, defensa, velocidad y esas cosas... Creo que muchos equipos ahora son conscientes de que no pueden ganar sin un buen pitcheo”, añadió.
“Ustedes dirán que estoy parcializado, pero sólo hay que fijarse en la calidad de lanzadores que hay. Es la mejor que yo haya visto en mucho tiempo”, comentó Halladay tras recibir su se- gundo Cy Young, y primero tras mudarse a la Liga Nacional.
Y es al pitcheo al cual los Gigantes de San Francisco deben dar las gracias por su primer campeonato de la Serie Mundial desde que la franquicia se fue a California en 1958.
San Francisco se consagró pese a la ausencia en su alineación de un bateador de fuste. Quien acabó como el Jugador Más Valioso fue Edgar Rentería, quien al final de la temporada regular era como un cero a la izquierda en los planes del piloto Bruce Bochy y acabó conectando un jonrón clave ante Cliff Lee en el juego decisivo del duelo contra los Rangers de Texas.
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