El estudiante Jonathan Báez, de 22 años, recibió 12 balazos de parte de los policías que lo perseguían
La sangre permanecía todavía ayer estampada en sábanas y almohadas, en envases con casquillos de balas y en parte de los componentes de la cena que ingería Abraham Mesa en su casa de Cristo Rey.
En esa casa, la noche del miércoles, el estudiante Jonathan Báez había buscado refugio para escapar de una patrulla policial que, sin detenerse ante nada, lo acribilló a balazos.
Báez, de 22 años, había salido de un examen en el liceo nocturno Benito Juárez, en Cristo Rey, pasadas las 8:00 de la noche, sin imaginar jamás que unos minutos más tarde la impunidad guiaría a los gatillos alegres que malograron sus sueños de llegar a ser un día profesional.
Los “Topos” de la Policía Nacional, que no se satisfacen con disparar solo un balazo, seguían a Báez hasta la casa 38 de la calle Primera de El Caliche, donde le dispararon 12 plomazos.
A Mesa, quien luego de una larga jornada de trabajo en una panadería cenaba sentado en una de dos camas en su pequeña casa recostada sobre una pendiente, lo balearon tres veces, cuando reclamaba que no mataran a Báez, resguardado en su hogar, por lo que fue recluido en la Plaza de la Salud.
Ayer, indignados e impotentes reaccionaron familiares, vecinos y la comunidad educativa del Caliche. No vacilaron en identificar a los matones como el capitán Maríñez y el agente Bonifacio, de quienes exigen la cancelación por homicidio y su sometimiento a los tribunales civiles.
En la funeraria municipal, en la avenida de Los Mártires, los parientes lloraban impotentes, mientras mostraban los uniformes de la escuela ensangrentados y sucios, debido a que después del crimen el cadáver fue arrastrados cual si se tratara de un objeto.
No valió suplicar. Aunque Báez suplicó que no lo mataran y salía del baño para entregarse, fue ejecutado alevosamente por el capitán Maríñez y el agente Bonifacio, quienes cubrieron sus armas con almohadas para ahogar el ruido mortal de los 12 balazos que dispararon al cuerpo del jóven, que habrían atraido la atención de los vecinos.
Santa Benita Evangelista, prima hermana y madre de crianza de Báez, exige al jefe policial cancelar y someter a la justicia a sus subalternos que segaron la vida a un joven que acababa de salir del liceo Benito Juárez, en Cristo Rey.
Explicaron que tanto los profesores como sus compañeros han manifestado solidaridad a la familia y su disposición a exigir justicia, no impunidad.
“Donde está la seguridad ciudadana que tenemos en este país” requirió Evangelista, frente al cadáver de Báez.
Con una de las piezas del uniforme de la escuela en sus manos, la mostró al público como una muestra de que este jóven de 22 años muerto por la Policía no era un delincuente.
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