Repulsa. Descendientes y amigos de víctimas de la era de Trujillo expresan su repudio por el libro de memorias de Angelita. |
Santo Domingo.- El acto de puesta en circulación anoche del libro “Trujillo, mi padre” de la autoría de la hija del dictador, Angelita Trujillo, no pudo realizarse, debido a la presencia de familiares de víctimas de la tiranía que penetraron de manera intempestiva al salón donde sería realizado, vociferando consignas y gritando “fuera los Trujillo del país”.
La ceremonia que estaba pautada para las 8:00 de la noche y que era una transmisión simultánea desde la ciudad de Miami, Estados Unidos, no pudo efectuarse cuando familiares de Antonio de la Maza, Luis Amiama Tió, Rafael Augusto Sánchez Sanlley y otras personas asesinadas durante la cruenta dictadura, penetraron al salón Caonabo del hotel Santo Domingo, donde ya estaba todo montado para dar inicio al acto.
Exhibiendo fotografías de Minerva, María Teresa y Patria Mirabal, y del sátrapa Rafael Trujillo Molina, los manifestantes abarrotaron el salón vociferando epítetos contra la autora del libro y atribuyendo a “escritores fantasmas su redacción”. Se concentraron en el centro del salón, el lobby y la entrada del hotel, clamando y reclamando la salida del país de los familiares del tirano.
Enardecido, el hijo de Rafael Augusto Sánchez Sanlley, que lleva el mismo nombre de su progenitor, exclamó ante las cámaras de los canales de televisión y radiograbadores de los periodistas, que aquella actividad era una bofetada a la democracia y que las autoridades no debieron permitirla, debido a que las actividades apologéticas de la era de Trujillo están prohibidas por ley.
“Ese libro es una verdadera falsedad, los Trujillo quieren volver para hacer con las familias dignas lo que les da la gana como hacían en el gobierno de ese asesino”, dijo airada la señora Lissy Sánchez, hija de Rafael Augusto Sánchez.
Isabel Rosario de la Maza, sobrina de Antonio de la Maza, también estuvo entre quienes se quejaron de que en República Dominicana, según ella, se permita que este tipo de “fábulas circule”.
Además de los gritos y consignas de familiares, amigos e intelectuales, hubo roces, empujones y situaciones de verdadera tensión cuando la sobrina del dictador, Julieta Trujillo, hija de Romeo Amable Trujillo Molina, salió del rincón donde se había gua guarecido, a decir que ella tenía más de cuarenta años viviendo en la avenida José Contreras y que también era dominicana.
Los manifestantes descendientes antitrujillistas la emprendieron contra ella, gritándole “fuera, fuera, váyase, asesina”. A la señora, con alrededor de setenta años de edad luego hubo que sacarla escoltada de otro de los salones al que tuvo que huir ante la presión que ejercieron en su contra.
Ya los libros habían sido recogidos, la mesa principal de la ceremonia desmontada y otros familiares de Trujillo se habían marchado.
Lo que se esperaba sería una transmisión simultánea, con una hora de diferencia desde Unicaribe de Florida, en Miami, se convirtió en una jornada antrujillista, en la que se entonó varias veces el Himno Nacional.
A las 8:00 de la noche, todo en perspectiva para iniciar, llegaron miembros de la seguridad del hotel que se apostaron frente a la puerta del salón Caonabo, ya abarrotado de familiares de los ajusticiadores del tirano, como Pilar Amiama, hija de Luis Amiama Tió, Altagracia Espaillat, sobrina, y mujeres solidarias con la lucha en favor de la igualdad de género que alababan la memoria de las hermanas Mirabal y entonaban coros de lucha contra el trujillismo.
Pasadas las siete de la noche, una presencia de policías fue advertida de manera discreta y que buscaba mantener la integridad del hotel y de los huéspedes ante cualquier eventualidad.
Hubo momentos en que los fotorreporteros y camarógrafos fueron manoteados por los escoltas de la sobrina de Trujillo, de quien se creía que no resistiría la presión.
“Y ahora ellos quieren entrar al país, jugando con los honores, pero no lo vamos a permitir. Eso se acabó. No importa que el gobierno los deje entrar, no nos importa nada”, proclamó Isabel Rosario de la Maza.
UNA SOBRINA DE TRUJILLO EN APUROS
Julieta Trujillo, sobrina del hombre que gobernó con mano de hierro República Dominicana durante treinta años, se mantuvo expectante en el salón Bohechío. Había salido del salón Caonabo para esperar que transcurriera la tensión que se escenificaba en todas partes. Cuando apagaron las luces del salón que se dispuso para la puesta en circulación del libro de memorias de Angelita Trujillo, que los familiares de las víctimas de las ergástulas trujillistas salieron al lobby a disfrutar de lo que consideraron su triunfo y gritaban ¡ganamos!, alguien los alertó de que la señora estaba oculta en otra área, atravesaron el pasillo lateral, intentaron abrir la puerta por encima de los hombres que la custodiaban, dieron manotazos y gritaban eufóricos ¡fuera! y decían asesinos váyanse, se creyó que las consignas y los manotazos podían pasar otro terreno de agresiones.
“Yo no tengo que esconderme de nada, yo he vivido aquí toda mi vida, también soy dominicana”, había dicho la sobrina de Trujillo. Mientras los familiares de las víctimas del régimen que se extendió desde el 1930 al 1961, lograron que finalmente a las 8:55 de la noche sacaran a la mujer protegida por un fuerte dispositivo de seguridad. Allí se presentó una patrulla de la Policía Nacional, cuyos agentes recibieron lo suyo, cuando les vociferaron, “para eso es para lo que sirven para proteger lo que no deben proteger, coño”
No hay comentarios:
Publicar un comentario