Julián Javier se divirtió mucho durante su paso por el béisbol organizado. Relata que se reía hasta de la cruda realidad de la vida.
Sus relatos son de impacto en el libro “Anécdotas, contadas por los propios peloteros”, que en breve pondrá en circulación el periodista Franklin Mirabal.
Mientras militaba en los circuitos minoritarios de los Piratas de Pittsburg, exactamente en el equipo Brunswick, el dinero que le pagaban “no daba para nada”.
“Pasamos mucha hambre, junto a otros jugadores de Santo Domingo, porque el dinero no nos alcanzaba para comer. Esta situación me provocaba mucha risa por la forma en que algunos de mis compañeros lo asumían”, recuerda Javier, quien manifiesta que a todos los acontecimientos le busca el lado positivo.
Mientras jugaba en Columbus, sucursal AAA de la organización, Javier escuchó unas palabras que nunca olvidará mientras tenga vida: “No te pongas el uniforme”.
Javier, desconcertado y triste, preguntó que si lo habían botado del equipo. Luego de un par de minutos, la gerencia del club le informó que fue cambiado hacia los Cardenales de San Luis y que sería promovido a las Grandes Ligas.
Javier ya tenía 23 años de edad para entonces, por lo que a las 11:00 de la mañana de ese mismo día estaba subido en un avión para encontrarse con sus nuevos compañeros de equipo. El 28 de mayo de 1960 realizó su debut en las mayores.
El primer partido en Grandes Ligas fue contra los Gigantes. Ese día bateó dos hits en tres turnos al bate, mientras que al próximo día se repitió la historia.
“Bateaba muy bien durante la primera temporada, pero el instructor de bateo me cambió la mecánica y bajé mis números”.
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