Esta investigación se produjo como consecuencia del impacto ocurrido en la localidad rusa de Chelyabinsk, cerca de los montes Urales, de un asteroide de 20 metros de diámetro el pasado febrero y que sorprendió por su inusual potencia al destrozar cristales a más de 30 kilómetros a la redonda y provocar miles de heridos.
La tecnología ha rastreado las trayectorias de los meteoritos de un kilómetro de diámetro. No se prevé que ninguno de ellos se cruce con la órbita de la Tierra en el futuro.Entonces, los expertos señalaron que se trataba de un raro evento astronómico que se producía cada 100 o 200 años, y citaron que el último caso semejante había tenido lugar en 1908.
"La imprevista llegada del meteorito y la violencia del impacto fue una llamada de atención", afirmó Qing-Zhu Yin, uno de los autores del informe y astrónomo de la Universidad de California en Davis.
De hecho, los resultados del incidente de febrero han hecho recalibrar los cálculos, y la probabilidad del impacto se sitúa ahora en cada tres o cuatro décadas.
Asimismo, la comunidad científica ha rectificado acerca del tamaño del asteroide necesario para provocar un daño significativo. Hasta ahora, el gran peligro de un impacto se situaba en meteoritos de un kilómetro de diámetro.
"Ahora sabemos que debemos preocuparnos incluso si se trata de solo unos metros de tamaño", indicó Qing-Zhu Yin.
La tecnología ha rastreado las trayectorias de los meteoritos de un kilómetro de diámetro. No se prevé que ninguno de ellos se cruce con la órbita de la Tierra en el futuro.
Estos nuevos hallazgos han subrayado la importancia de prestar atención a meteoritos de menor tamaño.
Precisamente, un comité de la ONU ha venido estudiando esta cuestión recientemente y ha hecho dos recomendaciones: por un lado, establecer una Red de Alerta Internacional de Asteroides y, por otro, instar a las diversas agencias aeroespaciales a crear un grupo asesor para estudiar tecnologías posibles para desviarlos.
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