Voluntarias. Unas 40 mujeres en el Instituto de Oncología Doctor Heriberto Pieter ayudan cada día a tener una vida más llevadera a personas que sufren esta temible enfermedad
1. Milagros Ripoll y Lala Valenzuela junto a empleadas del área de consulta externa y pacientes que hacen turno para registrarse. 2. Myrna Fiallo, Susanne Meyer junto a un niño con cáncer. 3. Área de quimioterapia ambulatoria para niños del Instituto Oncológico
1. Milagros Ripoll y Lala Valenzuela junto a empleadas del área de consulta externa y pacientes que hacen turno para registrarse. 2. Myrna Fiallo, Susanne Meyer junto a un niño con cáncer. 3. Área de quimioterapia ambulatoria para niños del Instituto Oncológico
El cáncer no tiene cara, ni estatus. Para quienes lo padecen los días pueden ser muy sombríos, mientras se libra una recia lucha por sobrevivir. Al dolor de la enfermedad se suma la impotencia de la familia agotando todos los esfuerzos, sin poder hacer mucho; y mientras se lucha por ganarle la batalla a la muerte, permanece el temor del abandono, que no es infrecuente en estos casos.
La mayoría de las mujeres diagnosticadas con cáncer son abandonadas por sus maridos, y para muchos niños con cáncer el padre siempre está ausente, quedando toda la carga sobre una madre que pasa días y semanas en un hospital, sin contar con el apoyo de su cónyuge.
La realidad se hace más cruda cuando se tiene que enfrentar el cáncer sin las grandes cifras económicas que esta enfermedad demanda, peor aún cuando la persona se ve incapacitada como consecuencia de la quimioterapia.
Afortunadamente aún existen manos solidarias como las voluntarias del Instituto de Oncología Doctor Heriberto Pieter, quienes ayudan cada día a hacer la vida más llevadera a los pacientes que acuden a este hospital. Más allá del aporte económico que realizan para la medicación, su labor cobra más significación en la medida en que pueden estar cerca de los pacientes, escucharles y ayudarles a soportar esta difícil prueba.
Para estas mujeres (40 aproximadamente), el ser voluntarias es algo más que ocupar el tiempo de ocio, es una necesidad que se ha manifestado luego de vivir la enfermedad bien de cerca.
“El voluntariado no es que tú estés en tu casa aburrida y quieras venir a trabajar para acá. Es servir de verdad. Yo vine aquí porque tengo muchos parientes que murieron de cáncer y sé lo que es esta enfermedad, lo que se sufre con ella y lo mucho que agota a la familia”, comentó Iva Varela de Sánchez, presidenta de la Asociación de Voluntarias.
Cada una de ellas aparta un día a la semana para velar por el bienestar de los pacientes y colaborar en la atención a personas que llegan de todas partes del país mucho antes de las siete de la mañana.
Algunas voluntarias con más disponibilidad de tiempo han abrazado el compromiso de estar allí día por días, brindando una sonrisa de esperanza a quienes viven en el dolor.
Gastos interminables. Una de las mayores preocupaciones de las voluntarias es el gran gasto económico que enfrentan los pacientes con cáncer, los cuales van mucho más allá de una cita e internamiento.
El tratamiento también incluye estudios y una alimentación especial.
Dentro de sus programas de ayuda, la Asociación de Voluntarias ha previsto la manera de solucionar parte de estos problemas.
En lo que respecta a los medicamentos, proveen productos a bajo costo a través de la farmacia Milagros de la Caridad que funciona dentro del Instituto de Oncología.
Allí ofrecen todo tipo de medicinas para quimioterapia, tanto a los pacientes del instituto como a los referidos de otros centros médicos. También a través del voluntariado los pacientes pueden obtener ayuda para completar el costo de sus tratamientos, beneficiando en primer lugar a los más pobres.
Las frases
Lala Valenzuela
Todo el que quiera humanizarse yo lo invito diez minutos por un día a que venga aquí, porque hay que vivir aquí para saber”
Iva Varela
Si el seguro le está cubriendo una parte y otra no, no estamos en nada. Todo es un conjunto de sustancias para combatir el cáncer”.
Mayra Franco
El cáncer es increíblemente caro y hasta que una persona no lo sufre en su familia, o con un amigo al que le tiene que meter la mano, no se da cuenta de lo caro que es”.
La mayoría de las mujeres diagnosticadas con cáncer son abandonadas por sus maridos, y para muchos niños con cáncer el padre siempre está ausente, quedando toda la carga sobre una madre que pasa días y semanas en un hospital, sin contar con el apoyo de su cónyuge.
La realidad se hace más cruda cuando se tiene que enfrentar el cáncer sin las grandes cifras económicas que esta enfermedad demanda, peor aún cuando la persona se ve incapacitada como consecuencia de la quimioterapia.
Afortunadamente aún existen manos solidarias como las voluntarias del Instituto de Oncología Doctor Heriberto Pieter, quienes ayudan cada día a hacer la vida más llevadera a los pacientes que acuden a este hospital. Más allá del aporte económico que realizan para la medicación, su labor cobra más significación en la medida en que pueden estar cerca de los pacientes, escucharles y ayudarles a soportar esta difícil prueba.
Para estas mujeres (40 aproximadamente), el ser voluntarias es algo más que ocupar el tiempo de ocio, es una necesidad que se ha manifestado luego de vivir la enfermedad bien de cerca.
“El voluntariado no es que tú estés en tu casa aburrida y quieras venir a trabajar para acá. Es servir de verdad. Yo vine aquí porque tengo muchos parientes que murieron de cáncer y sé lo que es esta enfermedad, lo que se sufre con ella y lo mucho que agota a la familia”, comentó Iva Varela de Sánchez, presidenta de la Asociación de Voluntarias.
Cada una de ellas aparta un día a la semana para velar por el bienestar de los pacientes y colaborar en la atención a personas que llegan de todas partes del país mucho antes de las siete de la mañana.
Algunas voluntarias con más disponibilidad de tiempo han abrazado el compromiso de estar allí día por días, brindando una sonrisa de esperanza a quienes viven en el dolor.
Gastos interminables. Una de las mayores preocupaciones de las voluntarias es el gran gasto económico que enfrentan los pacientes con cáncer, los cuales van mucho más allá de una cita e internamiento.
El tratamiento también incluye estudios y una alimentación especial.
Dentro de sus programas de ayuda, la Asociación de Voluntarias ha previsto la manera de solucionar parte de estos problemas.
En lo que respecta a los medicamentos, proveen productos a bajo costo a través de la farmacia Milagros de la Caridad que funciona dentro del Instituto de Oncología.
Allí ofrecen todo tipo de medicinas para quimioterapia, tanto a los pacientes del instituto como a los referidos de otros centros médicos. También a través del voluntariado los pacientes pueden obtener ayuda para completar el costo de sus tratamientos, beneficiando en primer lugar a los más pobres.
Las frases
Lala Valenzuela
Todo el que quiera humanizarse yo lo invito diez minutos por un día a que venga aquí, porque hay que vivir aquí para saber”
Iva Varela
Si el seguro le está cubriendo una parte y otra no, no estamos en nada. Todo es un conjunto de sustancias para combatir el cáncer”.
Mayra Franco
El cáncer es increíblemente caro y hasta que una persona no lo sufre en su familia, o con un amigo al que le tiene que meter la mano, no se da cuenta de lo caro que es”.
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