La presencia aparentemente inesperada del ex dictador haitiano Jean Claude Duvalier acaparó ayer la atención de analistas, del Procurador General de la República y del rector de la influyente Universidad Católica Madre y Maestra. Sin embargo, los analistas y conocedores de la situación haitiana no logran establecer la estrategia que pueda estar detrás de la presencia de Duvalier en la capital haitiana.
PUERTO PRINCIPE.- Cuando a mediados del 2005, el Gobierno provisional de Haití, dirigido por el presidente Boniface Alexandre, convocó a elecciones generales para elegir a las nuevas autoridades haitianas, tras el vacío de Poder dejado por la salida del Presidente Jean Bertrand Aristide, la derecha internacional concibió la idea de traer al ex dictador Jean Claude Duvalier.
El Gobierno de transición, que tenía como primer ministro al economista Gerard Latortue, un intelectual de centro-derecha formado en los grandes estamentos del poder norteamericano, otorgó un pasaporte diplomático a Duvalier que le expidió el ministro de Asuntos Extranjeros, general Herard Abraham, un duvalierista de la vieja guardia.
Los hombres de l’ancien régimen habían llegado al Poder de la forma más extraña: un grupo de guerrilleros dirigidos por el ex jefe de la Policía de Cabo Haitiano, llamado Guy Philippe, había realizado una excursión guerrillera para derrocar al presidente Aristide y en febrero de 2004 logra la salida del mandatario.
Sin embargo, cuando avanzaban triunfantes y jubilosos desde Cabo Haitiano hacia Puerto Príncipe, pensando que podrían ocupar el Palacio Nacional, se encontraron que los marines norteamericanos, llamados por el ministro de Estados Unidos en Haití, Luis Moreno, se le habían adelantado y no los dejaron aproximarse a su meta.
Horas después se había buscado una solución Constitucional con la que no habían contado los muchachos de la revuelta, pues estaban pensando en una ruptura total, en la toma del poder mediante las armas, sin pensar que la diplomacia de los grandes países estaba vigilante.
Cuando Alexandre se juramentó como Presidente y fue instalado Latortue como primer ministro, los duvalieristas comenzaron a llegar a Haití.
El primero en llegar fue el ex alcalde de Puerto Príncipe Frank Romain, quien comenzó a reorganizar al duvalierismo.
Entre estos surgió una figura de las cenizas: Zacharie Delvas, jefe en el Noroeste durante casi un cuarto de siglo del Voluntariado de la Seguridad Nacional, milicia duvalierista conocida como tontons-macoutes, que clamaba por el retorno de Jean Claude Duvalier, hijo del doctor Francois Duvalier, quien gobernó el país desde septiembre de 1957 hasta su muerte en abril de 1971 cuando el heredero asumió el control del Estado.
Toda la nostalgia del duvalierismo, dirigida por figuras como Romain y el profesor Hubert De Ronceray, andaban a sus anchas buscando el retorno de su líder. Sin embargo, no encontraron en Haití mucho eco y no lograron ponerse de acuerdo para unirse alrededor del Partido de Unidad Nacional, bandera del duvalierismo fundado por Edouard Barrouet en los años tales, y que era mantenido con vida agonizante por un hombre llamado Evans Nicolas.
Una mujer extraña surgió en el escenario. Se llama Veronica Roy, compañera sentimental del ex mandatario, quien llegó al terreno a comprobar cómo estaba la situación, pero en los encuentros donde participaba sólo veía a grupos de ancianos nostálgicos y sin ningún espíritu de lucha.
Duvalier no tenía impedimento, pues la interdicción por diez años que pesaba sobre todas las personas del régimen terminó en 1997, sin que nadie se entusiasmara a venir a participar en política.
Así las cosas, Verónica partió como vino y en las elecciones que se celebraron el 7 de febrero de 2006 volvió al escenario René Préval, la única figura que había activa y que gozaba de popularidad, quien había estado tranquilo cual Circinnatus, en su finca de Mermelade.
La derecha norteamericana tuvo que resignarse, mientras los duvalieristas iban a esas elecciones en desbandadas turbulentas para ver cómo las grandes masas apoyaban el retorno del Presidente Préval.
Cuando Duvalier se fue de Haití en 1986, se llevó con él la estructura política que había sembrado su padre. Los grandes duvalieristas y sus familias se fueron, mientras el sacerdote Jean Bertrand Aristide se apoderaba del escenario para convertirse en un líder de masas, satanizando al duvalierismo, acusándolo de ser el responsable de toda pobreza que padecía ese pueblo.
Para un dictador que no dejó ninguna obra de Gobierno, ni hospitales, ni escuelas, ni carreteras, ni un monumento de importancia, pues lo que hay lo hizo el Gobierno de Dumarsais Estimé en 1949, cuando el bicentenario de la Fundación de Puerto Príncipe, es difícil acudir a la añoranza morbosa de la pasada dictadura de la que nos habla el Premio Nobel Günter Grass, en su obra Tambor de Hoja Lata.
La clave
¿Qué hay detrás?
Parece que la intención de Duvalier no es política. Cuando llegó solo dijo: vine a ayudar a mi país, pero sólo pasará unos días en Haití: su billete de retorno está pautado para el día 20. Si Duvalier retorna a Francia sin ser perseguido por las autoridades haitianas, entonces el banco suizo no tendrá razón para retenerle su dinero. Se cree que detrás de esa maniobra hay un lobista francés con un gran poder en su Gobierno, pues de otra manera no lo hubiesen dejado abordar el avión de Air-France.
El proceso electoral haitiano, que ha costado 29 millones de dólares, está bastante encaminado pese a la celebración de una traumática primera vuelta. El presidente René Préval y el Consejo Electoral Provisional debieron aceptar un reconteo de la OEA luego de las denuncias de fraude que degeneraron en violencia. Mirlande Manigat ganó el primer tour con un 31% , seguida por Jude Celestin, oficialista, con 22%, y el cantante Joseph Michel Martelly, con 21%. Luego la OEA determinó que quedó segundo.
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Las manos vacías
Duvalier llega a Haití sin dinero, derrotado, con un divorcio a cuesta (en 1992 la esposa Michelle Bennet lo abandonó) y sin una estructura política ni económica ni social de importancia. Lo extraño es que viene en medio de un proceso electoral complicado, pero avanzado, en el que él no tiene ninguna posibilidad de incidir. Su presencia ha levantado grandes suspicacias. Se pensó que Préval estaba detrás de una maniobra para anular las elecciones y convocar de nuevo a inscripción de los candidatos con el objetivo de que Duvalier se presente y entregarle el poder, ya que la Organización de Estados Americanos (OEA) ha recomendado que su candidato, el ingeniero Jude Celestin, sea dejado fuera de la segunda vuelta. Duvalier, que antes vivía en un lujoso apartamento en Cöte D´Azur, Francia, vive ahora en un modesto apartamento que le paga su novia Roy en París. Su dinero, casi cinco millones de dólares, está congelado en un banco suizo luego de una demanda de organismos de derechos humanos y gobiernos haitianos que lo sucedieron que lo acusan de haberlo robado al pueblo.
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