Lo criollo. El filme "Cristiano de la secreta" fue realizado en el país uno de los pocos que se estrenó en este año que termina y en el que las producciones cinematográficas fueron escasas. |
Santo Domingo.- Este ha sido un año que nos ha hecho bufar de pura y perfecta furia por la enorme cantidad de disparates que aparece cada mes. Y lo peor es cuando se piensa que la tal situación no tiene remedio alguno que se vislumbre; es más, lo más seguro es que se acreciente la falta de calidad porque lo que nos sigue llegando de manera normal es el cine de Hollywood y ese cine, amigos, anda cada vez más estupidizado.
Para comenzar este breve análisis, unas cuantas palabras sobre los Documentales.
Nos da la impresión de que los creadores en este género están haciendo mucho mejor trabajo (y más serio y preocupado) que sus pares en el cine de ficción. He aquí algunos ejemplos:
“Bosch: Presidente en la frontera imperial”, de René Fortunato. Caso extraño: este trabajo, muy bien realizado por el veterano Fortunato, expresivo, denunciante por comparación, no tuvo nada de suerte con el público. Pero sigue siendo de lo mejor en su género.
“Mujeres extraordinarias”, de Yildalina Tatem Brache. Un exhaustivo recuento de una serie de grandes figuras de nuestra historia que se destacaron durante la era de Trujillo y después: Dedé Mirabal, Josefina Padilla, Tomasina Cabral y otras, en un trabajo bien realizado que merece una revisión y reedición.
“Carnaval, fuete y comparsa”, de Peyi Guzmán. Pesé a ciertas reiteraciones en la exposición de los diferentes tipos de comparsas, este documental es ágil y goza de una formidable fotografía.
“El Padre Luís”, de Celestino González Alvarez. Conciso, muy bien planteado desde el punto de vista de la historia de ese sacerdote que dedicó la mayor parte de su vida a ayudar a los lugareños de San José de Ocoa, bien fotografiado y expresivo, el Padre Luís Quinn vive en este trabajo de González.
Películas dominicanas
Al contrario del pasado 2008, durante 2009 fueron escasos los estrenos de las producciones del patio, varias fueron anunciadas, pero la mayor parte de ellas se quedaron en el tintero, y las que al fin aparecieron son apenas dos:
“Cristiano de la secreta”, de Archie López. Lo increíble de este caso es que de este guión, original de José García, se había hecho todo un largo metraje, pero no en 35 mms. Sin embargo, dirigida por el mismo García, tenía gracia, hacía reír espontáneamente, tenía estupendos “Gags”. Pero, de un film ingenuo, pero realmente cómico para amantes del cine, se pasó a un “profesional” para retrasados mentales: no hay quien se trague al tal cristiano y no por Raymond Pozo sino por el guión y la dirección, francamente destartalados
“Megadiva”, de Roberto Ángel Salcedo. Sorpresa: un buen guión en sus dos terceras partes, apreciables interpretaciones, agilidad en la edición y una verdadera innovación desde ese punto de vista: un dueño de colmado cuenta la historia para retener a sus compradores, y a medida que cuenta vemos ilustrada su historia.
Lástima que al final la dejaron caer con esa secuencia burda de las tres chicas y sus tres enamorados perseguidos por el forzudo que casi sepulta el buen comienzo. Pero, de todos modos, es apreciable y mejor que casi todo lo que hemos hecho.
(+)
ESTRENOS DE IMPORTANCIA
ENERO:
“Nick y Nora: amor y música” (Nick and Nora infinite playlist), de Peter Sollet.
Un director desconocido, intérpretes jóvenes, pero una idea muy bien planteada.
FEBRERO:
“El curioso caso de Benjamín Button” (The curious case of Benjamín Buton”, de David Funcher. Excelente historia, excelentes interpretaciones y una estupenda puesta en escena.
“El sustituto” (Changelling), de Clint Eastwood. Una muy buena historia aunque dura de creer, y una excelente realización: Eastwood estupendo como actor.
MARZO:
“Rudo y Cursi”, de Carlos Cuarón. La antítesis del cine deportivo, muy bien actuada y realizada.
“Quémese después de leerse” (Burn afeter reading), de Ethan y Joel Coen. Los Coen siguen siendo fabulosos, y esta comedia es una delicia.
ABRIL:
“Quién quiere ser millonario? (Slumdog millionaire), de Danny Boyle. Boyle es un gran director, y con este film lo prueba de Nuevo.
“Viaje a las estrellas” (Star Trek), de J.J. Abrams. Una nueva versión que supera todas las anteriores y con mucho.
“La entrevista del escándalo” (Frost-Nixon) de Ron Howard.
El comerciante Howard se reivindica con este film serio y con tremenda puesta en escena.
“Sólo un sueño” (Revolutionary road), de Sam Mendes. La mejor película de todo este año, cine intimista, perfecto, grandes actuaciones.
JUNIO:
“Mi nombre es Milk” (Milk) de Gus Van Sant. Una historia dura y poco simpática que adquiere relieve por su dirección e interpretación.
“Up, una aventura en altura” (Up), de Peter Docter. Formidables dibujos animados capaces de rivalizar con cualquier otro film del año. Una verdadera delicia.
JULIO:
“Promesas peligrosas” (Eastern promises), de David Cronemberg. Cruda, incisiva, de excelente puesta en escena y grandes actuaciones.
AGOSTO:
“Qué pasó ayer?” (v), de Tod Phillips. Una de las sorpresas del año, una comedia perfectamente bien resuelta, brillante.
Podrá parecer mentira, una exageración, lo que deseen, pero ese es el caso: durante doce largos meses, apenas podemos mencionar quince películas que tienen en verdad gran categoría.
Claro, hay unas cuantas que asoman, buenas, pero no a esa altura. Y, lástima, son tan pocas las destacables y santísimas las porquerías que, de no ser por los DVD’s y la Muestra Internacional de cine hubiéramos decidido retirarnos del bendito oficio.
Esperamos mejores tiempos, o sea, verdadero cine y menos espectáculo huero y sin mucho sentido.
OCTUBRE:
“Bastardos sin gloria” (Inglorious basterds), de Quentin Tarantino. Hacer cine no es hacer show con efectos, y este film es puro cine del mejor.
“Estómago”, de Marcos Jorge. Al fin, una película latinoamericana en esta escueta lista, pero una brasileña con verdadero valor, con una historia original, diferente y muy atractiva.
NOVIEMBRE:
“500 días con ella (500 days of Summer), de Marc Webb. En el género de la comedia romántica, este film de Webb rompe todos los esquemas. Estupendo. Armando Almánzar R.
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