LOS ANGELES. Chucky, el célebre muñeco asesino de
suéter a rayas y mameluco de jean, celebra su 25 aniversario con “La
maldición de Chucky”, sexta entrega de la saga que abandona el humor
irónico para volver a las raíces del terror.
La cinta, que llega cerca de 10 años después de la última entrega,
será lanzada directamente en DVD el 31 de octubre en Argentina y México y
el 13 de noviembre en España, tras salir a la venta a principios de mes
en Estados Unidos.
El estadounidense Don Mancini, creador de Chucky y guionista de las
seis películas de la saga, retoma aquí el rol de director que había
estrenado con “El hijo de Chucky” (2004). Pero, una década después, el
tono ha cambiado radicalmente.
“Lo que más quería, por encima de todo,
era que Chucky volviera a ser terrorífico”, explicó Don Mancini a la
AFP. “Tras haber hecho dos comedias con ‘La novia de Chucky y ‘El hijo
de Chucky’, los fans querían un retorno a los orígenes y al terror”.
“Además, es el 25 aniversario de la saga y queríamos crear un factor de
nostalgia en la película, hacer una especie de carta de amor para los
fans”.
La franquicia “Chucky”, lanzada en 1988 con “Chucky: El muñeco
diabólico”, logró ocupar un sitio de honor en el panteón de los
monstruos contemporáneos (al lado de Jason de “Viernes 13”, o Michael
Myers de “Halloween”) y ha ganado más de 175 millones de dólares en todo
el mundo.
Si bien las tres primeras entregas de la serie eran horror puro, “La
novia de Chucky” (1998) marcó un punto de inflexión al jugar la carta
del humor irónico y autorreferencial. “Chucky es un personaje
increíblemente versátil. Funciona bien en comedia y en horror puro”,
observó Mancini. “Cuando hicimos ‘La novia de Chucky’, estábamos en el
punto más álgido de la moda del humor autorreferencial en los cines de
horror”, dijo Mancini, evocando filmes como “Scream”.
“El hijo de Chucky” (2004) cometió un error al seguir por este mismo
camino, según el mismo Mancini admite. El gusto por la ironía en el cine
de horror comenzaba entonces a declinar para dar lugar a la “tortura
porno” (“Saw”, “Hostel”…), es decir a la exposición cruenta de toda
clase de mutilaciones.
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