La Trinitaria.
El 16 de julio de 1838 se funda la sociedad secreta La Trinitaria, con el objetivo de difundir las ideas independentistas y de lograr efectivamente la independencia del país. El joven Juan Pablo Duarte, hijo de comerciantes y perteneciente a la pequeña clase media de la ciudad de Santo Domingo, es el líder de esta asociación de carácter liberal que encarna los más altos ideales de la República Dominicana.
El 16 de julio de 1838 se funda la sociedad secreta La Trinitaria, con el objetivo de difundir las ideas independentistas y de lograr efectivamente la independencia del país. El joven Juan Pablo Duarte, hijo de comerciantes y perteneciente a la pequeña clase media de la ciudad de Santo Domingo, es el líder de esta asociación de carácter liberal que encarna los más altos ideales de la República Dominicana.
Juramento
El juramento redactado por Juan Pablo Duarte, y con el que se sella la fundación de la Trinitaria, expresa lo siguiente:
“En nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar un república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesados por una cruz blanca.
El juramento redactado por Juan Pablo Duarte, y con el que se sella la fundación de la Trinitaria, expresa lo siguiente:
“En nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar un república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesados por una cruz blanca.
”Mientras tanto seremos reconocidos por los
Trinitarios, con las palabras sacramentales de Dios, Patria y Libertad.
Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja, y de
no, me lo tome en cuenta; y mis consocios me castiguen el perjurio y la
traición si los vendo.”
Miembros fundadores
Fueron nueve: Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Félix María Ruiz, Felipe Alfáu, José María Serra, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha, Pedro Alejandrino Pina y Benito González.
Fueron nueve: Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Félix María Ruiz, Felipe Alfáu, José María Serra, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha, Pedro Alejandrino Pina y Benito González.
Organización
Como actuaban en la clandestinidad y necesitaban evitar la delación, se estructuraban en células de tres personas llamadas iniciados. Cada uno de sus miembros respondía a un seudónimo, y se comunicaban entre sí con un alfabeto criptográfico creado por Juan Pablo Duarte.
Como actuaban en la clandestinidad y necesitaban evitar la delación, se estructuraban en células de tres personas llamadas iniciados. Cada uno de sus miembros respondía a un seudónimo, y se comunicaban entre sí con un alfabeto criptográfico creado por Juan Pablo Duarte.
Labor de difusión
Los trinitarios desarrollaron una poderosa labor educativa en torno a los ideales nacionalistas e independentistas. Crearon para ello dos sociedades culturales (La Filantrópica y La Dramática) que llevaban a escena obras teatrales en las que se representaba la lucha contra la opresión de otros pueblos.
Los trinitarios desarrollaron una poderosa labor educativa en torno a los ideales nacionalistas e independentistas. Crearon para ello dos sociedades culturales (La Filantrópica y La Dramática) que llevaban a escena obras teatrales en las que se representaba la lucha contra la opresión de otros pueblos.
Los trinitarios y el derrocamiento de Boyer.
Mientras los trinitarios se consolidaban y adquirían fuerza en el
antiguo Santo Domingo español, del lado de Haití se había venido
estructurando una fuerte oposición al presidente Boyer, que se aglutinó
bajo la “Sociedad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, también
conocida con el nombre de “La Reforma”. Los trinitarios colaboraron con
este movimiento que llevó al poder a Charles Hérard a principios de
marzo de 1843, sirviendo Ramón Matías Mella y Juan Nepomuceno Ravelo
(miembros de la trinitaria) como emisarios especiales para la
coordinación de la conspiración entre ambos lados de la isla; en tanto
que Juan Pablo Duarte se encargó en distintos pueblos de ayudar a la
conformación de juntas populares que tenían por misión la elección de
las nuevas autoridades locales.
Otros grupos separatistas.
La destitución de Boyer intensificó la actividad de los sectores separatistas que se habían ido configurando en el lado este de la isla:
La destitución de Boyer intensificó la actividad de los sectores separatistas que se habían ido configurando en el lado este de la isla:
• Grupo pro-español, con los sacerdotes Gaspar
Hernández y Pedro Pamiés en Santo Domingo, y, en Puerto Plata, el
General Andrés López Villanueva. Procuraba la vuelta a España.
• Grupo pro-inglés, encabezado por un propietario de las Matas de Farfán, llamado Pimentel. Procuraba la ayuda de Inglaterra en la lucha de separación de Haití, a cambio del otorgamiento de ventajas comerciales.
• Afrancesados, conformado en su mayoría por personas que ocuparan puestos administrativos en el gobierno haitiano, buscaban contar con la ayuda de Francia a cambio de privilegios políticos, arancelarios y territoriales, como la cesión a perpetuidad de la Bahía de Samaná. Buenaventura Báez, propietario acaudalado de Azua, y el abogado y comerciante Manuel Joaquín Delmonte eran sus principales figuras.
• Grupo pro-inglés, encabezado por un propietario de las Matas de Farfán, llamado Pimentel. Procuraba la ayuda de Inglaterra en la lucha de separación de Haití, a cambio del otorgamiento de ventajas comerciales.
• Afrancesados, conformado en su mayoría por personas que ocuparan puestos administrativos en el gobierno haitiano, buscaban contar con la ayuda de Francia a cambio de privilegios políticos, arancelarios y territoriales, como la cesión a perpetuidad de la Bahía de Samaná. Buenaventura Báez, propietario acaudalado de Azua, y el abogado y comerciante Manuel Joaquín Delmonte eran sus principales figuras.
Triunfo de los trinitarios en las Juntas Populares.
Como base para la preparación de una nueva Constituyente que reformaría la Constitución haitiana, el gobierno de Charles Hérard dispuso la celebración de elecciones en las Juntas Populares, a fin de conformar los Colegios Electorales correspondientes. El triunfo de los trinitarios en todas las demarcaciones del lado dominicano en junio de 1843 hizo que el nuevo gobierno haitiano decretara su persecución. Se ordenó el apresamiento de sus integrantes conocidos (cayeron presos, entre otros, Ramón Matías Mella, José Joaquín Puello, Juan Nepomuceno Ravelo, Pepillo Salcedo y Esteban Roca); Juan Pablo Duarte tuvo que exilarse en Venezuela.
Como base para la preparación de una nueva Constituyente que reformaría la Constitución haitiana, el gobierno de Charles Hérard dispuso la celebración de elecciones en las Juntas Populares, a fin de conformar los Colegios Electorales correspondientes. El triunfo de los trinitarios en todas las demarcaciones del lado dominicano en junio de 1843 hizo que el nuevo gobierno haitiano decretara su persecución. Se ordenó el apresamiento de sus integrantes conocidos (cayeron presos, entre otros, Ramón Matías Mella, José Joaquín Puello, Juan Nepomuceno Ravelo, Pepillo Salcedo y Esteban Roca); Juan Pablo Duarte tuvo que exilarse en Venezuela.
Manifiesto separatista del 16 de enero de 1844.
No obstante su desarticulación momentánea, los trinitarios pudieron reponerse bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez, Vicente Celestino Duarte y Ramón Matías Mella, excarcelado poco tiempo después de su apresamiento. Aprovecharon el descuido de Hérard y las nuevas autoridades haitianas, que tenían su atención centrada en la consolidación de su poder en Haití. Pero también se vieron apremiados en sus pretensiones por las gestiones que hacían los afrancesados junto con el cónsul francés en Puerto Príncipe, M. Levasseur, a fin de agenciarse la “protección” de Francia y dar un golpe de Estado a los haitianos de la parte este el 25 de abril de 1844.
No obstante su desarticulación momentánea, los trinitarios pudieron reponerse bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez, Vicente Celestino Duarte y Ramón Matías Mella, excarcelado poco tiempo después de su apresamiento. Aprovecharon el descuido de Hérard y las nuevas autoridades haitianas, que tenían su atención centrada en la consolidación de su poder en Haití. Pero también se vieron apremiados en sus pretensiones por las gestiones que hacían los afrancesados junto con el cónsul francés en Puerto Príncipe, M. Levasseur, a fin de agenciarse la “protección” de Francia y dar un golpe de Estado a los haitianos de la parte este el 25 de abril de 1844.
Por ello, luego de que el grupo liderado por
Buenaventura Báez y Manuel María Valencia lanzara el primero de enero de
1844 un manifiesto en el que justificara sus intenciones de separar al
pueblo dominicano de Haití, amparándolo bajo la égida de Francia, los
trinitarios se apresuraron a emitir el 16 de enero de 1844 su
“Manifestación de los pueblos del Este de la Isla antes Española o de
Santo Domingo, sobre las causas de su separación de la República
Haitiana”. En esta especie de acta de independencia se señalan los
caracteres culturales esenciales de la dominicanidad y, sobre la base de
los fundamentos establecidos en el juramento trinitario, se recogen los
principios básicos en que se apoyaría el nuevo Estado:
• Gobierno democrático.
• Abolición de la esclavitud.
• Igualdad ciudadana, sin distinción de origen ni de nacimiento.
• Protección del catolicismo y su establecimiento como religión oficial, sin por ello perseguir a otros credos.
• Libertad de imprenta.
• Responsabilidad de los funcionarios públicos.
• Prohibición de la confiscación general de bienes.
• Promoción y protección de la enseñanza.
• Reducción de impuestos.
• Amnistía por opiniones políticas emitidas.
• Conservación de los grados militares.
• Protección de la agricultura, el comercio, las ciencias y las artes.
• Emisión de moneda con garantía real.
• Abolición de la esclavitud.
• Igualdad ciudadana, sin distinción de origen ni de nacimiento.
• Protección del catolicismo y su establecimiento como religión oficial, sin por ello perseguir a otros credos.
• Libertad de imprenta.
• Responsabilidad de los funcionarios públicos.
• Prohibición de la confiscación general de bienes.
• Promoción y protección de la enseñanza.
• Reducción de impuestos.
• Amnistía por opiniones políticas emitidas.
• Conservación de los grados militares.
• Protección de la agricultura, el comercio, las ciencias y las artes.
• Emisión de moneda con garantía real.
Redactado con la participación de Tomás de Bobadilla,
dominicano que había sido funcionario del gobierno haitiano durante el
período de Boyer, el Manifiesto del 16 de enero de 1844 sella en cierto
sentido el pacto entre los trinitarios y una parte importante de las
fuerzas dominicanas conservadoras, lo que propiciaría la inminente
declaración de independencia.
Proclamación de la independencia.
Los trinitarios proclamaron la independencia de la República Dominicana el 27 de febrero de 1844, con un trabucazo dado por Ramón Matías Mella en la Puerta de la Misericordia de la ciudad de Santo Domingo. Inmediatamente después pasaron a la Puerta del Conde, donde Francisco del Rosario Sánchez izó la bandera nacional, y donde se leyó y juró el Acta Constitutiva del Estado dominicano.
Los trinitarios proclamaron la independencia de la República Dominicana el 27 de febrero de 1844, con un trabucazo dado por Ramón Matías Mella en la Puerta de la Misericordia de la ciudad de Santo Domingo. Inmediatamente después pasaron a la Puerta del Conde, donde Francisco del Rosario Sánchez izó la bandera nacional, y donde se leyó y juró el Acta Constitutiva del Estado dominicano.
Al día siguiente, 28 de febrero, las autoridades haitianas capitularon.
La República frente al caos. Las conspiraciones.
Consolidación de la independencia.
Los primeros ataques haitianos en contra del naciente estado se produjeron a inicios del mes de marzo. Los generales Pierrot y Agustín Souffront y el mismo presidente Hérard avanzaron simultáneamente sobre las tierras dominicanas: el primero por el norte, y los otros dos por el sur.
Los primeros ataques haitianos en contra del naciente estado se produjeron a inicios del mes de marzo. Los generales Pierrot y Agustín Souffront y el mismo presidente Hérard avanzaron simultáneamente sobre las tierras dominicanas: el primero por el norte, y los otros dos por el sur.
Por su parte, la resistencia de los dominicanos se
organizó en torno al mando del hatero del Seibo, Pedro Santana, los
coroneles Manuel Mora y Feliciano Martínez, Ramón Matías Mella y
Francisco Antonio Salcedo, Antonio Duvergé, Vicente Noble y muchos
otros.
Las contiendas principales que sirvieron para
consolidar al nuevo estado soberano fueron las batallas de la Fuente del
Rodeo (primer encuentro armado, 11-3-1844), batalla de Azua
(19-3-1844), batalla del 30 de marzo, El Memiso (13-4-1844), batalla de
la Estrelleta (17-9-1845), batalla de Beller (27-10-1845), El Número
(17-04-1849), Las Carreras (21-04-1849), Batalla de Santomé
(22-12-1855), Batalla de Sabana Larga (último enfrentamiento con los
haitianos, 24-01-1856).
Predominio político de los conservadores anexionistas.
Las fuerzas conservadoras fueron indispensables para la declaración y primer sostenimiento militar de la independencia, y demostraron ser decisivas en la política interna desde los primeros días de la República. Los representantes de los sectores económicos predominantes, con escasa fe en las posibilidades del nuevo país, pronto relegaron a la corriente nacionalista liberal encarnada en los trinitarios.
Las fuerzas conservadoras fueron indispensables para la declaración y primer sostenimiento militar de la independencia, y demostraron ser decisivas en la política interna desde los primeros días de la República. Los representantes de los sectores económicos predominantes, con escasa fe en las posibilidades del nuevo país, pronto relegaron a la corriente nacionalista liberal encarnada en los trinitarios.
La presidencia de la Junta Central Gubernativa
instaurada el 1 de marzo de 1844 cayó en manos de Tomás Bobadilla,
antiguo funcionario del gobierno de Boyer, con gran prestigio entre los
pertenecientes a la clase alta de la ciudad de Santo Domingo. Una de las
primeras medidas de esta Junta fue la de tratar de concretar el famoso
“Plan Levasseur”, por el que se obtendría la protección de Francia.
Si bien los trinitarios dieron un golpe de estado
para evitar la realización del referido plan (9 de junio de 1844), los
mismos no duraron mucho tiempo en el control de la situación, ya que
Pedro Santana destituyó por la fuerza la Junta Gubernativa liderada por
Juan Pablo Duarte, reinstalando la anterior pero con el añadido de que
ahora asumiría él la presidencia.
Santana persiguió entonces a los trinitarios. Declaró
traidores infieles a la patria –y desterró a perpetuidad– a Juan Pablo
Duarte, Ramón Matías Mella, Francisco del Rosario Sánchez, Pedro
Alejandrino Pina Gregorio del Valle, Juan Evangelista Jiménez, Juan José
Illas y Juan Isidro Pérez.
El triunfo de la tendencia conservadora durante esta
primera etapa de la República quedaría consagrado en el texto de la
primera Constitución dominicana.
Constitución del 6 de noviembre de 1844.
Fue la primera Carta Magna que se dio la República Dominicana. También se le llama la Constitución de San Cristóbal, dado que fue allí donde se redactó y sancionó. Aunque en principio establecía la separación de poderes y la preeminencia del Poder Legislativo sobre el Poder Ejecutivo, la imposición de Santana, que rodeó con un batallón de soldados a la asamblea constituyente, hizo que se incluyera en el texto un artículo por el que se le daba al presidente de la República toda la potestad para disponer a su antojo sin ningún contrapeso institucional. En efecto, el artículo 210 expresaba lo siguiente: “…durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.
Fue la primera Carta Magna que se dio la República Dominicana. También se le llama la Constitución de San Cristóbal, dado que fue allí donde se redactó y sancionó. Aunque en principio establecía la separación de poderes y la preeminencia del Poder Legislativo sobre el Poder Ejecutivo, la imposición de Santana, que rodeó con un batallón de soldados a la asamblea constituyente, hizo que se incluyera en el texto un artículo por el que se le daba al presidente de la República toda la potestad para disponer a su antojo sin ningún contrapeso institucional. En efecto, el artículo 210 expresaba lo siguiente: “…durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.
La búsqueda de protectorados.
El rechazo exitoso, aunque arduo, de las tropas haitianas que cada cierto tiempo intentaban penetrar en el territorio dominicano, no fue óbice para que parte de la cúpula política siguiera procurando el favor de una potencia: Haití era vista como una amenaza. En 1846, el presidente Santana envió a Buenaventura Báez en misión diplomática ante los gobiernos de España, Francia e Inglaterra a fin de negociar el reconocimiento de la República Dominicana como estado independiente, a la vez de intentar lograr un tratado de protección con la potencia que más ventajas ofreciera. Si por el momento no se consiguió el objetivo deseado, sí se fomentó el que estas metrópolis, junto a los Estados Unidos de América, país al que también se recurrió en petición de apoyo, gravitaran fuertemente sobre la vida política de la nación.
El rechazo exitoso, aunque arduo, de las tropas haitianas que cada cierto tiempo intentaban penetrar en el territorio dominicano, no fue óbice para que parte de la cúpula política siguiera procurando el favor de una potencia: Haití era vista como una amenaza. En 1846, el presidente Santana envió a Buenaventura Báez en misión diplomática ante los gobiernos de España, Francia e Inglaterra a fin de negociar el reconocimiento de la República Dominicana como estado independiente, a la vez de intentar lograr un tratado de protección con la potencia que más ventajas ofreciera. Si por el momento no se consiguió el objetivo deseado, sí se fomentó el que estas metrópolis, junto a los Estados Unidos de América, país al que también se recurrió en petición de apoyo, gravitaran fuertemente sobre la vida política de la nación.
Francia, Estados Unidos e Inglaterra fueron los que
mostraron más interés por la oferta dominicana. En el caso de los dos
primeros, la posibilidad de poseer la bahía y península de Samaná
constituía el mayor aliciente. Inglaterra, en cambio, a fin de mantener o
aumentar su nivel de intercambio comercial con la República Dominicana
–afianzado con la firma del Tratado de reconocimiento, paz, amistad,
comercio y navegación entre ambos estados en 1850– procuraba refrenar la
influencia que los otros dos países pretendían ejercer (y por ende la
obtención de Samaná). Su interés de que la República Dominicana no
tuviera necesidad de agenciarse la protección de una gran potencia la
llevó a intentar conseguir que Haití dejara de atacar por un tiempo a su
vecino del este. Y, en efecto, entre 1851 y 1855, se gozó de una
relativa tranquilidad.
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