Siempre estuve entre los que aplaudió la política solidaria del gobierno peledeísta hacia el pueblo haitiano tras el terremoto. No menos positivo fue su involucramiento en las gestiones diplomáticas para materializar las promesas de ayuda que la comunidad internacional hizo. Esa ayuda que siempre se hace en los momentos eufóricos de los desastres, pero que solo se cumple parcialmente. Y que finalmente se gasta mayormente en los despampanantes sueldos de sus funcionarios y consultores.
Creo que es de las pocas cosas que he aplaudido de la gestión reaccionaria, arrogante, insensible y corrupta del partido morado. Pero ahora, con este asunto que ha salido a la luz pública de las tremendas concesiones hechas a un hombre tan cercano al presidente como el senador por San Juan de la Maguana, francamente que se me quitan las ganas de aplaudir.
Entendamos las cosas sin velos rosados. Es absolutamente normal que si el Gobierno dominicano ha estado tan fuertemente involucrado en estos procesos, las compañías dominicanas puedan competir y beneficiarse de los contratos para la reconstrucción. Pero lo que no me parece normal es que tres compañías del senador Félix Bautista, un hombre tan allegado al presidente que se le sindica como su bolsillo derecho, hayan sido beneficiadas con jugosísimos contratos, que se hable de financiamientos a la campaña de Martelly y que la investigación sobre el asunto le haya costado el cargo a un primer ministro del vecino país. Todo como en los peores tiempos de Trujillo.
No sólo no es normal, sino que es deplorable que el senador Félix Bautista no salga de un escándalo para entrar en otro, y que ninguno reciba la menor aclaración oficial. El senador Bautista nos ha dejado un collar de incidentes que incluye, para solo citar algunos casos, el préstamo de la Sun Land y los generosos contratos fraudulentos otorgados a implicados en la red de narcotráfico de Figueroa Agosto. Se habla con insistencia de que la pavimentación de las carreteras del eje San Juan-Comendador (que el presidente mencionara como uno de sus logros) fue hecha por sus compañías, lo cual merecería también alguna aclaración. Y la totalidad, como en algún momento demandó su aliado Pelegrín Castillo (cuando todavía jugaba a ser presidente) una investigación a fondo.
Pero no hay investigaciones ni aclaraciones, no sólo porque el gobierno del PLD ya nos tiene acostumbrados a una espiral de corrupción impune, sino porque el senador Bautista es un hombre tremendamente cercano al presidente, con todo lo que ello implica para el primer mandatario.
No se si la impunidad ante la corrupción es parte de la visión moderna y conceptualizadora del presidente Fernandez; y nuestra repulsa es propia de nosotros, los pre-modernos –según el presidente- que además no sabemos conceptualizar. Pero me temo que con la muy probable corrupción en la componenda haitiana el presidente Fernández pierde uno de los pocos temas en que se le podía mencionar con orgullo. Y nosotros seguimos en lo mismo con Haití: pagando colectivamente lo que otros se apropian privadamente.
Es lo mismo que sucede con los migrantes y con el comercio: socialización de costos y privatización de beneficios. La ayuda solidaria a Haití la pagamos todos, pero los beneficios los captan los funcionarios allegados del presidente.
Que nadie se asombre: esta es la esencia de uno de los proyectos políticos más derechista, reaccionario, arrogante, corrupto e insensible que ha habido en nuestra historia nacional. Donde, aclaro, ha habido muchos.
La esencia de lo que definitivamente no puede continuar.
Haroldo Dilla Alfonso
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