La crisis nuclear se agravó ayer martes en Japón con una nueva explosión y un incendio en la central Fukushima 1 que elevaron peligrosamente el nivel de radiactividad en el archipiélago, arrasado el pasado viernes por un sismo y un tsunami.
Las pesadillas parecen encarnizarse con el archipiélago, donde volvió a registrarse un sismo de magnitud 6 que estremeció los edificios de Tokio.
El temor de un desastre nuclear que aseste un golpe letal a la tercera economía mundial provocó pánico en los mercados: la bolsa de Tokio llegó a caer un 14% durante la sesión, aunque al final limitó el derrumbe y cerró con pérdidas de 10,55%.
Los japoneses hacían provisiones masivas de agua y víveres, vaciando las góndolas de los supermercados, pese a las advertencias de que esas compras podían comprometer el abastecimiento de las áreas devastadas por los desastres.
El nivel de radiación en las inmediaciones de Fukushima 1 “ha aumentado en forma considerable”, declaró el primer ministro, Naoto Kan. Su portavoz, Yukio Edano, precisó que los niveles de radiactividad alcanzados “pueden afectar la salud de los seres humanos”.
Radiactividad en Tokío
Las autoridades indicaron que también se detectó radiactividad en la zona de Tokio (a 250 km al sudoeste de la central), aunque en niveles que no suponen peligro para la salud.
Los habitantes de la capital, la mayor megalópolis del planeta (35 millones de habitantes), se precipitaban así y todo a las tiendas para comprar máscaras y material para enfrentar cualquier emergencia. Kan extendió a 30 km la zona de exclusión en torno a la central de Fukushima 1 y pidió a la población que reaccione con “calma”, pese a la gravedad de la situación.
En la ciudad de Fukushima, 80 km al noroeste de la central, “hay muchos niños enfermos, las farmacias están cerradas (...). Todos quieren irse, pero no hay gasolina” para los vehículos, contó por teléfono Kaoru Hashimoto, un ama de casa de 36 años que vive en esa localidad.
Poco después de las 06H00 locales (23H00 GMT del lunes), “hubo una gran explosión” en el reactor 2 de la central Fukushima 1, informó la Tokyo Electric Power (TEPCO), empresa operadora de la planta. Otra explosión de hidrógeno provocó poco después un incendio en el reactor 4. El canciller japonés, Takeaki Matsumoto, indicó en París, donde participa en una reunión del G8, que el nivel de radiactividad provocado por ese incendio “podría afectar la salud” de la población. Cuatro de los seis reactores de Fukushima 1 se encuentran averiados y las temperaturas siguen aumentando en los dos restantes.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) indicó que los vientos estaban alejando hacia el mar la amenaza de radiactividad, sin que ello tuviera “implicaciones” para otros países.
CIFRA DE MUERTES AUMENTA A 3,373
Las autoridades niponas enfrentan además la crisis humanitaria provocada por el sismo y el tsunami. El último balance policial de los desastres naturales es de 3,373 muertos, aunque fuentes oficiales afirman que más de 10,000 personas perecieron.
Japón es el único país que sufrió ataques nucleares -dos bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial- que mataron a unas 200,000 personas, y sus habitantes conocen los riesgos de la radiación. Las explosiones en las centrales se deben a las intervenciones de emergencia llevadas a cabo para reparar los sistemas de enfriamiento dañados por el tsunami que siguió al sismo de magnitud 9, el mayor de la historia de Japón. La central de Fukushima 1, construida en los años 70, fue totalmente desconectada y TEPCO deriva agua de mar para enfriarla, en un procedimiento que provoca radiaciones.
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