De unos cuatro metros de largo y 53 centímetros de diámetro y pintada de blanco, azul y rojo -los colores de la bandera chilena-, la cápsula fue para el rescate minero lo que el Apolo XI a la llegada del hombre a la Luna.
La alargada jaula fue el vehículo por el cual emergieron a la superficie los mineros atrapados desde el 5 de agosto, tras recorrer un trayecto de 622 metros a través de un estrecho ducto cavado sobre piedra de 66 centímetros de diámetro.
Con algunos rasguños, y con la coraza desgastada por el roce con la roca viva del cerro que mantenía con recelo a los 33 mineros atrapados en su interior, la cápsula fue bajada e izada en 78 ocasiones, un trayecto de ida y vuelta para cada minero, y otros seis para los rescatistas que bajaron para asesorar en el proceso.
Tal como sucedió con la nave espacial Apolo XI cuando llegó a la Luna en 1969, el descenso de la cápsula al interior del yacimiento fue seguido en vivo por millones de telespectadores de todo el mundo.
Y aunque en las primeras pruebas que se hicieron con ellas, minutos antes del rescate que comenzó a las 03H11 GMT de este miércoles, sufrió abolladuras que obligaron a una reparación rápida a golpe de martillo, la cápsula ha tenido un comportamiento "extraordinario", según el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
La cápsula ha tenido un "comportamiento extraordinario, sin rotación", señaló el ministro.
En el transcurso de los primeros rescates se le hizo un pequeño mantenimiento, cambiando algunas de sus ruedas laterales.
"Igual como ocurre con los automóviles cuando tienen cierto kilometraje, (la cápsula) tiene una mantención preventiva", agregó el ministro cuando la gente se ponía nerviosa al ver la cápsula en mantenimiento.
La cápsula fue construida por la Marina chilena por encargo especial del gobierno. Se hicieron tres jaulas de similares características.
Las primeras pruebas de deslizamiento al interior del ducto los días previos fueron realizadas por la Fénix 1, pero el rescate lo concretó su hermana, la Fénix 2.
Fueron bautizadas así por las autoridades en alusión al mito del ave que renació desde las cenizas, tal como lo hicieron los mineros chilenos.
La jaula tenía dos partes: una fue pintada de blanco (superior) y la otra de azul y rojo (inferior), como los colores de la bandera de Chile.
Las partes azul y rojo conformaban el "módulo vital" o principal, que podía desprenderse de la parte superior de presentarse algún problema en el momento del ascenso.
En el interior de la jaula, los mineros contaban con equipos de oxígeno, un sistema de monitoreo de sus pulsaciones cardiacas y la frecuencia respiratoria, la medición de la saturación de oxígeno y un medio de comunicación, además de un casco y guantes.
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