El asesinato de un popular cantante de ‘narco-corridos’ en una carretera de México, en circunstancias casi calcadas a las que narran esas canciones consagradas a relatar hazañas de los capos de la droga, ayuda a alimentar el señalamiento de nexos entre músicos y mafiosos.
Sergio Vega “El Shaka”, cuyo repertorio incluía temas como “El señor de la Plaza” o “Luto en el Cielo” -basados en capos como Amado Carrillo o los hermanos Beltrán Leyva-, fue atacado la noche del sábado por sicarios cuando manejaba su Cadillac rojo rumbo a una festividad en Sinaloa (noroeste).
De acuerdo con un acompañante, que resultó herido, “fueron perseguidos, les chocaron el automóvil, les dispararon al menos de dos vehículos más e hirieron al cantante, quien conducía el vehículo”, dijo Ramón Ignacio Rodrigo, de la subprocuradoría (fiscalía) de Sinaloa.
Este estado mexicano es uno de los más afectados por la violencia de los narcotraficantes y tierra de varios capos, entre ellos el prófugo Joaquín “Chapo” Guzmán, uno de los hombres más buscados por Estados Unidos.
Minutos antes del ataque, el cantante llamó angustiado desde la carretera a su representante.
“Me dijo que lo iban siguiendo, me pidió que le hablará a alguien para que lo ayudaran pero cuando la ayuda llegó ya era demasiado tarde”, dijo a la AFP su apoderado, Juan Carlos de la Vega.
La fama de Vega
La fama que el intérprete de 40 años ganó por sus “narcocorridos” lo hizo muy popular, sobre todo en los estados de la costa sobre el Pacífico de México, y entre las comunidades de inmigrantes en Arizona, Nuevo México y Texas.
En “Luto en el Cielo”, una de sus canciones más conocidas, “El Shaka” se refería a la muerte en 1997 de Amado Carrillo ‘El señor de los Cielos’, líder del cártel de Juárez.
“El gobierno americano les giró una mala orden/ se equivocaron los mexicanos y le armaron un desorden/ y aunque él se encuentra en el Cielo/ todavía se les esconde”, reza el estribillo.
Ese tipo de canciones llevó al gobernante Partido de Accional Nacional (PAN) a anunciar a comienzos de año una iniciativa, aún en trámite, para que productores y distribuidores de “narcorridos”, adviertan en las etiquetas que estos teman pueden ser considerados “apología del delito”.
LAS LEYES ANTE LA PROBLEMÁTICA
El diputado del PAN Oscar Arce niega que se trate de “censurar las canciones”, pero justifica la decisión señalando que es similar a la obligación que tienen los fabricantes de cigarrillos de advertir sobre el riesgo de fumar.
Las leyes mexicanas contemplan tres años de prisión por incitar al delito en público. Sin embargo, hasta ahora esta legislación no se aplica pues los “narcocorridos” siguen siendo muy populares, sobre todo fuera de la capital y entre los mexicanos que viven en Estados Unidos.
Muchos artistas han actuado ante capos, pero defienden señalando que es difícil saber quién contrata un concierto.
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