domingo, 7 de marzo de 2010

La fiesta de Hollywood se celebra esta noche

CEREMONIA. SIEMPRE SOBRESALE POR SUS IMPACTOS EMOTIVOS Y SUS DECISIONES INJUSTAS
Kathryn Bigelow. Hizo la mejor película, pero no ganará el Oscar a la mejor película. Obtendrá algo mejor: el respeto unánime por su brillante trabajo.

Santo Domingo.- No crea el lector que en la noche de hoy ocurrirán milagros. La Academia ha duplicado las películas solo para “duplicar” expectativas. No se premiarán dos filmes. Nunca ha sucedido.

Desde 1932 hasta 1943, a Hollywood le dio por nominar entre 8 y 10 películas todos los años para mostrar al mundo la grandeza de su industria. Tanto entonces, como ahora, entre las nominadas se incluyeron “empanadas en salmuera”. Pero todo el mundo sabe que tal distracción es solo un juego de poder. A Hollywood le gusta que el espectador “sueñe”.

Lo hizo en 1941, cuando premió como mejor película a “!Qué verde era mi valle!”, de John Ford, por encima de “Citizen Kane”, la mejor obra en la historia del cine. Un año antes, también lo hizo cuando distinguió a “Rebeca”, de Alfred Hitchkooc, sobre “El gran dictador”, de Charles Chaplin.

Y lo hará también esta noche cuando un poco después de la medianoche “Avatar” herede el reinado de “Slumdog millionarie”. “The hurt locker” tendrá que observar la corrida “desde las gradas”. Tal vez Kathryn Bigelow podría ser la primera mujer que recibe un Oscar como mejor directora en la historia de la Industria.

El Star Sistem no solo “fabrica” películas para el entrenimiento, sino también sabe engendrar atropellos, injusticias y caprichos. Su reto mayor es estimular a los cineastas “que saben producir”.

En la noche de hoy, es posible que veamos perder por decimocuarta vez a la mejor actriz norteamericana, Meryl Streep, ante una Sandra Bullock encasillada como la “american woman”. También podríamos ver a una formidable comedia como “A serius man”, y a una farsa memorable como “Up in the air”, salir “por la puerta de empleados”.

Quentin Tarantino terminará por lamentar del día de su vida que decidió terminar “Inglorius basterds” en el 2009. Tal vez solo se lleve a casa su satisfacción por haber elegido a Christoph Waltz como contraparte de Brad Pitt. El convincente alemán podría repetir su éxito de Cannes el pasado año, con el incentivo de que ahora compite con rivales menos competentes, con la excepción del sorprendente Woody Harrelson, co protagonista de “The messenger”.

Pase lo que pase en la dorada noche de hoy, el lector podrá disfrutar de otro espectáculo inusual, único. Un espectáculo mayor por las exclamaciones de los premiados que por las certezas de las decisiones. Las historia de los premios Oscar se regodea por sus sobresaltos emotivos. Si no, por ahí anda el fantasma de Humprey Bogart que podrá decirnos porqué en 1943 se levantó a recoger su estautilla como mejor actor por “Casablanca” sin darse cuenta de que el nombre pronunciado segundos antes como ganador del Oscar no era el suyo, sino el de Paul Lukas.

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FINALES FELICES Y DEBATE DE IDEAS

Apreciado lector: después de apagarse las luces de Los Ángeles, tal vez tenga pesadillas. Solo entonces podrá dimensionar el espasmo de las luces del alba.

A todo el mundo le gustan los “finales felices”. Y nos sentimos con derecho a “los finales felices”. El economista canadiense Joseph Heat ha escrito que esa frase también tiene vigencia en el campo de la no ficción aunque se “adorne” con elementos de esta.

Y Hollywood ha demostrado cómo resolver con simplicidad y eficacia los grandes problemas de la cultura cinematográfica de nuestro presente. Sabe cómo hacer dinero explotando las intuiciones morales de la gente, aun en contra de su propio país. Yo “aplaudiré” el triunfo de “Avatar” esta noche, no como acostumbro a aplaudir a una gran película, sino como lo hago frente a las cintas que solo sirven para provocar el debate de ideas.

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