Félix Cabrera, de 49 años, con el reconocimiento que le hizo el Madison Square Garden por las cuatro presentaciones a casa llena que logró para el grupo Aventura. |
Nueva York.- El primer contacto que tuvo Félix Cabrera con los negocios fue cuando le ayudaba a su padre en un colmado en Salcedo, donde comenzó guayando. Sí, guayando “frío frío”, la sabrosa bebida ‘frozen’ de larga tradición en el país. “Yo le atendía el colmado a mi papá (Juan Cabrera) a los ocho o nueve años, pero dentro del negocio yo puse un puesto de guayar frío frío, que eso era mío.
Yo compraba un bloque de hielo y al tiempo que atendía a la gente vendía los frío frío”, recuerda ahora Cabrera, más de treinta años después, mientras camina eufórico por los camerinos del Madison Square Garden, en Nueva York, donde acaba de finalizar cuatro presentaciones del grupo Aventura.
Además de sus pinitos de negociante en el colmado, tardes polvorientas y sudorosas le esperaban a Félix en su campo, Monte Adentro (Salcedo). Cuando era adolescente, su madre, Ramona, le compró un motor 70 en el que vendía ropa.
Al terminar el bachillerato logró alcanzar una beca para estudiar en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, en la Capital. Sin embargo, la miseria lo fue empujando poco a poco a acariciar la idea de salir del país.
Tiempos de piña agria
“En la Capital yo vivía en Villa Faro, con un tío que era policía, pero la piña estaba demasiado agria. Pasaba hambre porque no tenía tanto dinero como para comprar comida a la hora del almuerzo y lo que regularmente comía era un conconete y un jugo de limón. Así que no lo pensé más y arranqué para Nueva York”, manifestó.
Un tío le prestó 3 mil dólares para el viaje ilegal, en 1977. Realizó una larga travesía: Santo Domingo-Haití-Canadá-Boston-Nueva York. En pocos años logró la residencia, pues su madre ya lo había reclamado, y más tarde la ciudadanía estadounidense.
“Cuando llegué aquí lo primero que hice fue trabajar en bodegas como empleado, los siete días de la semana, 18 horas. En esa época ganaba 170 dólares a la semana”, indicó. Después vendrían más empleos en restaurantes o taxista.
Por esas cosas del destino, su madre se accidentó en una mano mientras trabajaba en una factoría y al ganar la demanda que le puso a la empresa, recibió 24 mil dólares. “Yo le cogí el dinero porque era el mayor, y empecé abriendo una bodega, ya que tenía las conexiones en esa área. Fue ahí que empecé en serio en los negocios”, manifestó Cabrera al rememorar esos momentos, cuando en la década de los 80 apenas veía la luz al final del camino.
A partir de entonces otra sería la historia. La bonanza comenzó a fluir. Y aunque la bodega fue el inicio de esa etapa, Cabrera extendió sus negocios a restaurantes, bares y discotecas, como el Estudio 84, Fuego Fuego, El Volcán y otros que fueron su punta de lanza.
Sin embargo, es la música el área que lo hace sentirse realizado. Hace 24 años logró presentar su primer show en el Madison Square Garden, el mismo escenario en el que recibió un reconocimiento en agosto pasado por el rol que ha jugado en ese histórico lugar, pero eso no es todo; el pasado lunes sumó otra placa a su ya brillante trayectoria. Esta vez el Madison le premiaba por el éxito del grupo Aventura.
LOS TIEMPOS, DESDE FAUSTO REY HASTA EL GRUPO AVENTURA
Aunque Aventura es el símbolo actual de su éxito, son muchos los artistas que Félix Cabrera ha trabajado en los últimos 25 años. “El primero que traje a Nueva York fue a Fausto Rey, cuando pegó El pájaro herido, en el año 1981”. Lo presentó en un restaurant suyo.
“Realmente ahora con Aventura se rompieron todos los esquemas”, dice.
Cuando se le preguntó cuál es la clave para el éxito de sus conciertos la palabra que afloró fue “trabajo”. En base a eso levantó un emporio, vio crecer a sus cinco hijos y establecerse como el empresario latino líder en entretenimiento. Ramón Almánzar
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