Doce días de angustias llegaron a su fin. Ayer Michael jugaba como si nada
En brazos de su abuela Santa Sepúlveda, Michael de los Santos mira curioso a la cámara. Le interrumpieron el juego para la foto en su humilde vivienda de Villa Primavera, en La Victoria. La noche anterior una desconocida abandonó al chico en una iglesia.
La tristeza y la angustia de Delgi de los Santos por el rapto de su hijo Michael Moreno, de un año, fueron reemplazadas desde la noche del lunes por la alegría y la emoción que le trajo el regreso del pequeño. Durmió tranquila esa noche en el sector Villa Primavera, de La Victoria, tras casi dos semanas de sobresaltos.
En el patio de la casa de su abuela, Santa Sepúlveda, el menor jugaba, ajeno a la situación que causó su secuestro, mientras un grupo personas, en su mayoría jóvenes, pedía contribución a los conductores de los vehículos que cruzaban por la carretera para hacer una comilona, con el fin de celebrar. Los familiares y vecinos acudieron a la residencia de la abuela para dar gracias a Dios por la vuelta del pequeño, al que una mujer dejó en la iglesia María Auxiliadora. “Me siento bien, porque tengo a mi niño de nuevo”, dice Delgi, de 18 años.
Del rapto, los familiares señalan un hecho positivo: el niño aprendió a tomar leche en biberón, porque solo recibía el seno materno. El niño fue encontrado en la iglesia María Auxiliadora, del barrio del mismo nombre, en la zona norte de Santo Domingo, doce días después de su secuestro.
La Policía apresó a Daniel Rosario Vargas, quien supuestamente conducía la motocicleta en la que dos jóvenes raptaron al infante.
La comunidad tuvo que protestar para que la Policía se interesara en el caso, pero los padres resaltan los esfuerzos del capitán Ramón Antonio Nerys. “La Policía hizo su trabajo, aunque tarde”, dice la abuela Santa.
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