Al menos 30 personas han muerto en las peores protestas en años contra Al Bashir
Durante los últimos cuatro días, Sudán ha experimentado la ola de protestas más importante de los últimos años contra el gobierno del presidente Omar al Bashir. Según fuentes médicas citadas por la agencia Reuters, la cifra de víctimas mortales ya se acerca a la treintena. Sin embargo, algunos medios locales aseguran que ya son más de 80. Las movilizaciones se iniciaron el pasado lunes después de que al Bashir anunciara la cancelación de los subsidios estatales a los combustibles, y en cuestión de horas el precio de estos prácticamente se doblara.
La intensidad de las protestas ha ido aumentando a medida que pasaban los días. Los disturbios más graves tuvieron lugar el miércoles en Jartum, la capital. Centenares de manifestantes, la mayoría jóvenes, prendieron fuego a gasolineras y vehículos privados, y lanzaron piedras a las fuerzas de seguridad, que respondieron con contundencia utilizando gases lacrimógenos. Algunos testigos citados por la prensa sudanesa apuntan que la policía podría haber disparado contra la multitud.
El gobierno decidió ayer cortar la conexión de internet a los tres proveedores del país, y ha desplegado el ejército en la capital para proteger los edificios públicos. “Lo que hemos visto es que no son manifestantes pacíficos, sino criminales”, declaró Ahmed Bilal, el ministro de Información en una entrevista en la cadena de televisión Ashuruq. De momento, se han suspendido las clases hasta el lunes, y se rumorea que el gobierno podría declarar en breve el estado de emergencia.
Hasta ahora, el presidente Bashir había conseguido evitar que llegarán a Sudán los aires de revuelta de la primavera árabe que expulsaron del poder a los líderes de Túnez, Egipto, Yemen y Libia. En junio del año pasado, se produjeron disturbios después de la decisión gubernamental de reducir los subsidios a los combustibles, pero enseguida fueron sofocados por la policía. En las manifestaciones de esta semana se han oído consignas contra el alza de los precios, pero también el eslogan común a todas las revueltas árabes: “El pueblo quiere la caída del régimen!”.
El plan para levantar de forma definitiva los subsidios estatales a los combustibles responde a la necesidad del gobierno de hacer frente a un déficit público galopante. Las arcas públicas del país se encuentran en una delicada situación después de la secesión de Sudán del Sur en 2011, pues perdió de golpe el 75% de sus reservas petrolíferas, su principal fuente de ingreso. La libra, la moneda local, se ha devaluado notablemente frente al dólar durante los últimos meses, provocando un incremento de la inflación anual de hasta el 50%.
El general al Bashir llegó al poder a través de un golpe de Estado en 1989, y ha aplicado una política de corte islamista para legitimar su gobierno. Sobre él pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional bajo la acusación de crímenes de guerra, lesa humanidad y genocidio en Darfur. La oposición, históricamente fragmentada, está liderada por una clase política anquilosada, por lo que no está claro que pueda canalizar un movimiento de protesta protagonizado sobre todo por los jóvenes.